Málaga ha sido golpeada duramente por la violencia machista. En tan sólo seis días dos mujeres han muerto en la provincia presuntamente a manos de sus parejas en Ronda y Tolox. La psicóloga Mercedes Guillén Padilla del Servicio de Atención Psicológica a Mujeres Víctimas de Violencia de Género (Sapsmu) del Área de la Mujer del Ayuntamiento de Málaga reflexiona sobre esta realidad y nos ofrece algunas claves sobre este tipo de hechos. El perfil del maltratador, encantador con su entorno y agresivo con la víctima, la espiral de la violencia, los primeros signos ante los que estar en alerta, las repercusiones psicológicas de soportar estas situaciones... Son muchas las aristas de este problema social.

–¿Por qué la mujer no es capaz de salir de este tipo de situaciones?

–La base de este problema es una mala educación que nos lleva a su vez a muchas trampas. Los hombres tienen muchísima presión también a la hora de comportarse con la pareja y a las mujeres históricamente se nos ha hecho las responsables del fracaso o el éxito de la pareja y del cuidado de todos los miembros de la familia, incluida la pareja. Esto se va enseñando de generación a generación. Si piensas en ti eres egoísta y si eres egoísta eres mala. Esto hay que trabajarlo con las mujeres porque hacen que sigan viviendo una situación que no deberían. Las víctimas de violencia de género no quieren hacerle daño al agresor por ese sentimiento de protección. Este tipo de comportamientos hace que nos quedemos ancladas en unas relaciones que no tienen sentido.

–¿Es por tanto la educación y esos valores la raíz del problema?

–Sí, porque dentro de esa mala educación está, por ejemplo, por parte de los hombres el dominio, la obsesión, el sentirme fuerte ante esa persona que tiene que mostrarse a su vez débil. La clave es la educación de los jóvenes y de las personas adultas. Educación y prevención y romper los estereotipos. Los del hombre son macho, duro, dominador, el éxito... Eso es una lacra muy grande para el hombre. Y, luego, la mujer el hecho de tener que mantener a la familia y ser la responsable de que todo funcione.

–Ha habido dos víctimas mortales; se dice que hay más casos en verano, ¿por qué?

–Se dice que hay más agresiones en periodo vacacional, no por el verano en sí. También se detecta en Navidad, porque es la época en la que se está más tiempo juntos y hay más tiempo de ocio, por lo que también más probabilidad de que haya alcohol, que no es el culpable del maltrato, pero sí desinhibe.

–¿Por qué en muchos de estos casos con resultado de muerte nadie sabía nada y no existía denuncia previa?

–Esto no es algo de un día, ahí hay un comportamiento violento de mucho tiempo, y la sociedad sigue sin avisar a la Policía cuando escucha que su vecino tiene una historia violenta en su casa. Si vemos algo raro hay que llamar a la policía, porque además se puede guardar el anonimato. Hasta hace nada el tema de la violencia de género era muy privado y ahora es público porque sale en televisión y tenemos una ley integral, pero seguimos considerándolo como algo privado y que nadie tiene que meterse en la vida de nadie. Eso nos hace cómplices. Tenemos que implicarnos socialmente, si no somos cómplices. Podemos salvar una vida simplemente llamando al 010.

–¿Por qué esa mujer no se protege antes de un fatal desenlace?

–Muchas de las víctimas minimizan el riesgo. Hay poquísimas que piensan que les pueden hacer algo. Es cierto que los que cogen el cuchillo y te lo clavan son los menos, pero te pueden dar un mal golpe y te han matado. No se debe minimizar los comportamientos violentos, eso es otra de las cosas que trabajo con ellas, que vean el riesgo que corren cuando no terminan de dar el paso, o les da pena el agresor y se citan. La gran mayoría no quiere problemas. Por ejemplo, se siguen dando casos en las chicas jóvenes, pero éstas no vienen, porque lo minimizan.

–¿Y por qué el maltratador en muchos casos tras acabar con la vida de su víctima se suicida?

–Pues creemos que es porque como generalmente son personas que quieren quedar y de hecho quedan muy bien de puertas para fuera, son personas en la gran mayoría educadas que se comportan bien en público, pues creemos que la presión social de que los vean como criminales no lo pueden soportar.

–¿No es que existe una dependencia absoluta de ese hombre y piensa, la he matado y ahora qué hago yo?

–Pues también. Se supone que las dependientes emocionales somos nosotras pero, realmente, y a la vista está, el que va a buscar a la mujer es el hombre, el que tras una separación tiene pareja antes es él. La dependencia emocional es uno de los pilares importantes de las agresiones a mujeres porque las agreden o matan cuando éstas deciden separarse o se separan.

–¿Es el proceso de separación por tanto el período de mayor riesgo?

–Los tres meses previos a la separación, una vez se decide y, los posteriores, es el periodo más grave para las agresiones.

–¿Cuál es el perfil de la mujer maltratada y qué secuelas supone soportar este tipo de episodios violentos?

–Las conocemos cuando están maltratadas y suelen tener miedo, mucha ansiedad, trastornos ansiosos-depresivos. Suelen llevar medicadas por depresión muchísimo tiempo. Son mujeres fundamentalmente con mucho miedo, que llegan con unos bloqueos tremendos. El miedo te paraliza y ellas sufren bloqueos ante cualquier decisión.

–¿Qué atención prestan en el Sapsmu?

–Atendemos a las mujeres víctimas de violencia de género y también a las que tienen crisis de pareja. El 15 de mayo de 2000 comienza este servicio y por él pueden pasar unas 300 personas al año. El objetivo fundamental es romper con el círculo de la violencia, pero además atendemos todo lo relacionado con la pareja. Ruptura, el duelo, la aceptación, apoyo cuando quieren separarse pero no son capaces de dar el paso...

–¿Cómo se sienten ellas?

–Les invade el sentimiento de soledad, les da lástima el agresor, creen que ellos pueden cambiar y vuelven a creer en él continuamente. Piensan que ese cambio se va a dar. Siempre esperan y confían en ese cambio. Hay que tener en cuenta que para ellas si lo denuncian es traicionar al padre de sus hijos y significa el fracaso de la familia y de la pareja; de la sinceridad, de ese cuidarse el uno al otro.

–¿Y cómo es el maltratador?

–Por lo que me cuentan es violento, posesivo, celoso, es decir, inseguro, fundamentalmente inseguro emocionalmente. Gente a la que gusta quedar bien con los demás, eso te lo dicen mucho, que de puertas para fuera son fantásticos pero todo lo que aguantan fuera, en la casa no lo permiten.

–¿Un maltratador necesariamente ha pasado por una infancia dura o ha sufrido maltrato?

–No necesariamente.

–¿Éstos comportamientos se pueden erradicar o un maltratador será siempre un agresor?

–Yo he sido siempre defensora del trabajo con los maltratadores, siempre. Me niego a pensar que una persona no tiene posibilidad de cambiar, me niego. Además del tratamiento clínico lo educaría en igualdad y le daría las herramientas básicas para que se dé cuenta del por qué de ese comportamiento. Haría un trabajo clínico porque hay rasgos de inseguridad, de celopatía, que están ahí, pero lo reeducaría.

–¿Qué debe hacer una mujer para evitar ser víctima de violencia de género?, ¿cuáles son esas primeras señales?

–Siempre les digo que sientan las señales fisiológicas y que crean en su sexto sentido y en su intuición. A mí me ha venido una cita nueva que me ha dicho: "Al principio había algo que no me gustaba". Pero él insiste y piensas son cosas mías, pues no, hazte caso. Todo lo que huela a control ya es una señal de alarma. De todas formas estos episodios empiezan con la acumulación de tensión y posteriormente aparecen los episodios violentos que no siempre son físicos, al contrario, psicológicos. Y luego viene la conciliación o periodo de luna de miel. Él se arrepiente y dice que nunca más lo va a volver a hacer y ella lo cree, piensa que se ha dado cuenta.

–¿Y este tipo de episodios en la mujer se pueden superar o quedan secuelas?

–Hay muchas, y gracias a esas mujeres que son capaces de salir yo sigo en esto, porque si no, sería muy frustrante. Es muy duro escuchar lo que aquí a diario escuchamos y ver cómo vienen. Yo sobre todo lo noto en la mirada, es una mirada absolutamente muerta, triste..es tremendo, de verdad...y luego veo como se van recuperando. Afortunadamente salen muchas. ¿Secuelas? Bueno, Jorge Bucay dice respecto a las heridas que esa marca siempre estará ahí, pero que se trata de que cuando tú te la toques no te duela. La cicatriz va a estar indudablemente, eso es muy duro, es muy fuerte, porque te van anulando como persona y es una labor de tiempo. Son enormemente valientes y es impresionante como son capaces de romper, de salir y de sentirse de verdad personas en su nueva vida.

–¿Qué es lo que está fallando?

–La educación. Es fundamental trabajar y formar en género. Los psicólogos de las administraciones públicas hemos creado la Comisión Psicológica Especializada en Violencia de Género de Instituciones Públicas de Málaga. Somos un nutrido grupo que nos reunimos una vez al mes para la revisión de casos, la autoformación, la reflexión...Estamos elaborando un cuestionario de detección del maltrato psicológico.