El atraso de Málaga con respecto a cientos de ciudades europeas pudo constatarse tras la Guerra Civil, cuando, en lugar de reconstruir magníficos edificios e iglesias, sus propietarios, con escasa sensibilidad o dinero, optaron por echarlos abajo. Así, en los años 60, la Diócesis de Málaga optó por demoler la iglesia de la Merced, incendiada 30 años antes. En su lugar se construyó un edificio que no entrará en la Historia de la Arquitectura.

Un poco antes, en 1956, se aprovecharon los terrenos del magnífico palacio de la familia Larios para levantar un cruce entre las Mil y Una Noches y el Empire State.

El resultado, a juicio de un servidor, logró asimilar lo más anodino de los dos estilos, aunque para la época fuera un brillante exotismo ese ´toque islámico´ de rematar la torre del edificio con tres esferas, una especie de ´alminar del Desarrollismo´. Los malagueños bautizaron el esfuerzo arquitectónico como ´la gallina Caponata´, en recuerdo de esos tres huevos que el paso del tiempo acabó por desprender.

Fue el comienzo de una época de ´exhibición arquitectónica de riqueza´. Había que dejar atrás, como la protagonista de ´Lo que el viento se llevó´, la etapa de ´pobreterío´ anterior y el edificio de la Equitativa encajó muy bien en esos tiempos en los que llegaron ´hitos´ discutibles como el hotel Málaga Palacio. Otro ejemplo, algo más posterior, de arquitectura tremebunda lo tenemos muy cerca de La Equitativa, a dos manzanas en dirección al río. Algún espabilado construyó uno de los edificios más grotescos y horrendos de la historia local y para más inri en mitad de la Alameda.

El paso del tiempo ha hecho que muchos nos acostumbremos a esa ´simbiosis sosa´ de estilos de La Equitativa y hasta que le tengamos afecto. Además, en nuestros días cuenta con protección arquitectónica.

Y dado que el palacio de los Larios no puede levantarse de sus escombros, mejor rehabilitar lo que desde hace demasiados años es un adefesio. Si el edificio se rehabilita, como quieren los dueños y Urbanismo, La Equitativa recuperará ese encanto que tuvo para los malagueños de hace medio siglo (o eso debería).