El 48,3% de los españoles reconoce no haber fumado tabaco nunca, al menos de manera consciente. Así lo confirman los datos procedentes de la Encuesta Europea de Salud en España del Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, esto no significa que en los pulmones de los no fumadores no se encuentren restos de nicotina o alquitrán.

El Gobierno apunta como uno de los objetivos de este nueva modificación legislativa la protección total del no fumador y en consecuencia de sus pulmones. Una idea a la que se suma Salvador Oña, quien ejemplifica en la figura de un trabajador de hostelería los efectos secundarios de respirar el humo en el ambiente. "Una camarero que trabaje en un local o restaurante para fumadores, es como si consumiera entre 3 y 5 cigarrillos al día", explica el especialista en medicina preventiva. Un estudio realizado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) resalta que un 54% de los fumadores intentaron dejar de fumar en 2007. Una tendencia que ha ido a la baja según los profesionales sanitarios.

No obstante, el informe, realizado entre 2005 y 2007, determina que el impacto de la ley antitabaco ha supuesto una reducción del 50 por ciento de exposición al humo ambiental del tabaco en centros educativos españoles y de un 16 por ciento en lugares de ocio. El estudio nacional concluye que la influencia de la nueva ley supuso una disminución del 33 por ciento en términos de humo ambiental.

"La ley actual no prohíbe totalmente fumar lo que afecta sobre todo a los trabajadores en hostelería. En el caso del propio domicilio, los familiares no fumadores también se ven afectados de forma negativa", indica Oña, quien precisa que en el 50 por ciento de los niños, cuyos padres consumen tabaco habitualmente se hallan restos de nicotina tras realizar varios análisis médicos. Incluso el tabaco influye en las mujeres embarazadas más jovenes que, a consecuencia del consumo del tabaco y de la maternidad más tardía, son más propensas a desarrollar discapacidades en los hijos.

Los efectos perjudiciales en los no fumadores es una realidad que también ha podido constatar el presidente del Colegio de Farmacéuticos de la provincia, Javier Tudela. "Por eso necesitamos que la Administración destine más esfuerzo y capital obtenido de los impuestos de las tabacaleras a desarrollar fuertes campañas preventivas que protejan a los ciudadanos", señala. A lo que añade que "es necesario que la gente sea consciente de que los fumadores pasivos suponen la totalidad de la ciudadanía".

Adicción. Otro de los colectivos que no se pueden obviar son aquellos fumadores denominados sociales. "Hay casos en los que no se desarrolla una enfermedad adictiva, es decir, no se producen cambios en determinadas áreas de cerebro. No todos los fumadores son adictos", explica Oña. También influye el componente genético, esto es, la predisposición de los genes a desarrollar esa necesidad tabáquica. "Ocurre lo mismo con el alcohol, aunque el tabaco es un elemento adictivo mucho más potente", concluye el especialista.