El edificio del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Capuchinos pide clemencia y algo de voluntad. Sus muros apenas sostienen los recuerdos de tiempos mejores, después de los incidentes que se han producido bajo su techo en los últimos años. La historia dice que al inmueble no se le han dado muchas oportunidades de rehabilitación. Y el presente habla por sí mismo, negándole una jubilación honrosa.

El inmueble es todo un icono del barrio, ya que su construcción en el siglo XVII le dio el nombre que aún conserva la plaza. Su origen fue un convento de los Franciscanos Capuchinos que en los siglos XIX y XX, tras la Desamortización, pasó a ser un cuartel que incuso los militares abandonaron por su pésimo estado. Algunos arreglos permitieron que en 1990 entrara en funcionamiento el actual Centro de Internamiento de Extranjeros. Sólo dos años después llegó la primera remodelación. En qué estado estaría para que el Gobierno cediera tan pronto a la denuncia que Málaga Acoge presentó ante el Juzgado Decano, la Fiscalía y el Defensor del Pueblo. Entre 1992 y 1993 se denunciaba la inexistencia de un reglamento interno, la ausencia de servicios sociales o un servicio sanitario permanente para los internos, cuyos familiares y letrados tenían dificultades para realizar visitas. No había personal femenino para atender a las internas ni economato.

El propio Defensor del Pueblo constataba que los internos permanecían diariamente encerrados mientras el patio permanecía vacío. No había agentes para vigilarlos. Las condiciones de limpieza flaqueaban, se cenaba bocadillo y los muebles no existían. Un año después, 46 internos se declaraban en huelga de hambre por las condiciones del centro, la mala calidad y escasez de comida o ausencia de elementos de ocio. Otra vez el Defensor, en 1997, denunció la falta de espacio y grandes deficiencias. El Gobierno destinaba entonces 20 millones de pesetas para unas obras que no fueron efectivas hasta 2000 por problemas presupuestarios. Finalmente se invirtieron 85 millones de pesetas. Se duplicaron las plazas de 74 a 125 y se crearon tres módulos y un segundo patio. Se aseguró la instalación de un sistema de detección de incendios tras tres aparatosos incidentes.

En abril de 2003, la Fiscalía de Málaga denunció que los vivían en peores condiciones que en una cárcel. Cinco policías para 135 internos, hacinamiento y un solo patio eran algunas de las quejas. La Fiscalía repite estos términos en 2006, año en el que se preveían 300.000 euros para eliminar las humedades del centro. El Defensor asegura que "lo mejor que le puede pasar al centro de Capuchinos es que lo cierren", mientras IU denunciaba muchos internos tenían que comer de pie por falta de espacio, así como problemas de agua caliente en la zona de mujeres. La humedad ganaba terreno y el Gobierno, tras admitir en agosto de 2006 carencias en el centro, anunciaba que construiría uno nuevo.

La historia más reciente se retoma el pasado miércoles. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) realizó una exhaustiva inspección que concluía con una sentencia. "No podemos asegurar la vida y la integridad física de los internos ni de los policías que ocupan el edificio", dijo el secretario nacional de Acción Sindical y Riesgos Laborales del sindicato, Miguel Ángel Fernández. Se refería a los inmigrantes que, en situación irregular en nuestro país, esperan a ser expulsados y a los agentes que los custodian.

En el caso del CIE de Capuchinos, ya no se puede decir que ´no pasa nada hasta que pasa´. El currículum de incidencias que el inmueble posee ya no da lugar a un simple accidente, sino a una imprudencia de la administración. Las picaduras de pulgas denunciadas en noviembre por varios agentes explotó hace dos semanas con una plaga que afectó a catorce internas. Tuvieron que ser trasladadas hasta que hace unos días se normalizó la situación. SUP aseguró entonces que hay dos módulos clausurados por amenaza de ruina y por orden del arquitecto de la Dirección General de la Policía.

El sindicato aseguraba que esas zonas no son útiles, pero sí que se localizan junto o sobre otras que sí lo son. Las imágenes entregadas a la prensa señalan deficiencias estructurales inconcebibles. Una caldera de gas bajo las habitaciones de los internos, humedades, basura, techos apuntalados, suelos y techos arqueados o escaleras que se hunden son sólo algunos ejemplos. Las palomas que han ocupado una de las dependencias son testigos presenciales de los hechos.