La polémica por la instalación del supermercado en el Muelle 1 pone en cuestión el modelo actual. Viajamos a Barcelona, Gijón, Alicante, Londres, Liverpool y Nueva York para conocer cómo han recuperado este espacio para la ciudad.

BARCELONA | El modelo que tuvo que reinventarse a sí mismo

El cambio de tráficos portuarios a partir de los años 70 impuso unas exigencias que obligaron a construir nuevos muelles y ‘liberaron’ las viejas instalaciones para uso ciudadano. Ese criterio se aplicó al pensar en la remodelación del Puerto Viejo (Port Vell) de Barcelona, que fue una de las grandes operaciones urbanísticas relacionadas con la celebración de las Olimpiadas de 1992. La instalación del ‘Maremagnum’ con locales de ocio y restaurantes fue un modelo a seguir para el resto de las zonas portuarias españolas. Sin embargo, una década después de su inauguración, este modelo copiado y transplantado a otros puntos -entre ellos estaban las primeras ideas para Málaga- empezó a mostrar sus sombras: falta de seguridad, incidentes, degradación de la clientela y caída de las ventas. Eso obligó a reinventarse a sí mismo, cambiando los comercios, eliminando discotecas y seleccionando un público más familiar. La treintena de locales del ‘Maremagnum’ sigue un modelo de centro comercial clásico.

GIJÓN | Un proyecto que ha sido premiado por la UE

El puerto de Gijón se convirtió el año pasado en la referencia europea en los planes de integración con la ciudad. Su proyecto fue premiado por la European Sea Ports Organization (ESPO), una organización que representa a los recintos portuarios de Unión Europea (UE). El eje de esta transformación, tras la progresiva pérdida de importancia de sus instalaciones desde mediados de los años 70, está en la construcción de un puerto deportivo de 850 atraques a las puertas del casco histórico de Gijón a partir de 1986. Eso ha supuesto la regeneración de todo el entorno, con la construcción de un paseo marítimo que ha dado lugar a la implantación de cafeterías y restaurantes, así como la rehabilitación de algún antiguo edificio para uso cultural. En los últimos años, las obras de recuperación del entorno han ido acompañadas por la regeneración de dos playas urbanas, la instalación de un gran acuario municipal y de un centro de talasoterapia en régimen de concesión.

ALICANTE | Traslado de la actividad industrial y bares de copas

La construcción de nuevos muelles para la actividad industrial y mercante del puerto de Alicante fue la puerta que abrió la posibilidad de integrar en la ciudad parte de las viejas instalaciones portuarias. Esta génesis tiene mucho en común con el proyecto malagueño, ya que parte de la idea de alejar de la ciudad la actividad industrial y dejar esos muelles para uso ciudadano. Esta transformación se realizó a lo largo de la década de los 90, siguiendo un poco el primer modelo de Barcelona y con alguna polémica puntual, como el permiso municipal para instalar un centro comercial con cines con una altura superior a los 8,75 metros marcados por el plan especial del Puerto. Los bares de copas, algún comercio relacionado con la náutica y un puerto deportivo han permitido incorporar al uso ciudadano unos muelles que estaban pegando con el paseo marítimo que limita el centro de la ciudad con el mar. Tienen un modelo parecido a Puerto Marina, aunque sin viviendas cerca.

LONDRES | Los Docklands se convierten en la gran zona de moda

Los viejos Docklands de Londres, que durante 20 años se convirtieron en unas zonas abandonadas y depauperadas con el traslado de la actividad portuaria a una zona del Támesis fuera de la ciudad, se han convertido en la actualidad en una de las grandes zonas de moda de la capital británica. Es el nuevo barrio de los negocios y de alto nivel de la ciudad, con edificios de arquitectura moderna y sedes de grandes empresas. El complejo del Canary Wharf, con una moderna estación de metro, es el elemento más representativo de los nuevos Docklands, en los que destaca el rascacielos más alto del Reino Unido. La regeneración de este espacio estuvo a cargo de una sociedad pública, aunque no estuvo exenta de polémica por las críticas de los habitantes de la zona, que consideraban que se favorecía la llegada de una clase media-alta en detrimento de los habitantes obreros. Tras el centro financiero llegaron bares, restaurantes y locales nocturnos, así como un cine y tres centros comerciales.

LIVERPOOL | La cultura como eje central de la reconversión portuaria

Es difícil trasladar el modelo anglosajón a los puertos españoles, por la muy diferente composición de los entes que los gestionan. No obstante, es destacable el desarrollo del llamado ‘Muelle Alberto’ (Albert Dock), un edificio protegido por la Unesco a iniciativa del Ayuntamiento de Liverpool y que tiene un gran valor arquitectónico e histórico. Forma parte de las llamadas ‘Tres Gracias’ del puerto de Liverpool, formada por otros dos inmuebles portuarios más. Su recuperación se inició en los años 90 y tiene como eje central la actividad cultural. El ‘Muelle Alberto’ es el ejemplo más claro, al disponer de siete galerías o museos, incluidos el Tate Liverpool y The Beatles Museum. Estos polos de atracción se complementan con la oferta de 19 establecimientos hosteleros de tipo restaurantes o cafeterías, 13 comercios y tres hoteles. La oferta comercial está muy vinculada a la oferta cultural y con marcas muy cuidadas, como puede ser Apple o la tienda de la galería Tate.

NUEVA YORK

| De una zona portuaria a un barrio más de la ciudad

El desarrollo urbano del barrio neoyorquino de South Street Seaport (en Manhattan) tiene menos que ver con grandes planes de reforma y más con la propia evolución de la ciudad. Forma el cogollo fundacional de Nueva York desde que se instalaron los primeros comerciantes holandeses en el siglo XVII. Su evolución fue pareja a la de la ciudad y, de hecho, en el siglo XIX era el puerto más grande de los disponibles en todo el área de Nueva York. No obstante, la actividad se fue desplazando a otras zonas de más espacio para los contenedores, que dominan gran parte del tráfico marítimo. Eso dejó paso a la instalación progresiva de tiendas y cafés y sigue gozando de una enorme animación por ser un polo de atracción turístico por la cercanía del puente de Brooklyn. Grandes veleros suelen amarrar en sus instalaciones, aunque más con un sentido lúdico y de ocio. En su transformación tuvo una gran importancia la iniciativa privada, que ha dejado South Street Seaport como un barrio más.