La placa ocupa la esquina superior de la calle. A simple vista, no se diferencia en nada de otras. Quizá recibe un poco más de sol, pero eso no basta para evidenciar carácter. El nombre del líder de los Beatles forma parte del callejero de muchos pueblos, pero en Torremolinos oculta algo más que las debilidades musicales de un técnico de urbanismo. Puede que alguien en el Ayuntamiento conociera la historia, tradicionalmente apartada de los lectores españoles. John Lennon estuvo en la Costa del Sol y no sólo durante el rodaje de la película de la banda, trasladado a Almería. Aquí vivió una experiencia equívoca que acabaría costándole los dientes a un discjockey y reclamando la atención del cine independiente.

Si las vacaciones de Lennon devinieron en un escándalo fue precisamente por la propia leyenda de Liverpool. Rebelde, quimérico, símbolo de los nuevos tiempos, el cantante acostumbraba a la insurgencia y sus reacciones no sorprendían. En Málaga, se podía haber esperado que tratara de arrebatarle la gorra a los municipales, pero no que se enredara en un vodevil de rumores generado por una actitud paradójica y espiritualmente ambigua. Lennon quiso jugar a la ambivalencia y acabó devorado por sus propios tigres. Fue la tolerancia y el rudo españolito casi al mismo tiempo, con el fondo translúcido de Torremolinos.

En un café de la Costa del Sol

Las circunstancias del viaje aparecen ampliamente reseñadas en sus escritos. El mártir del rock and roll acababa de casarse y competía en los tonos graves con su hijo. Contra todo pronóstico, durante uno de los recesos de la banda, dejó a la familia de lado para veranear en compañía del productor Brian Epstein. El destino fue la Costa del Sol. Las vacaciones se prolongaron alrededor de dos semanas. Lennon sentía curiosidad por la homosexualidad de su amigo. Según declara en su autobiografía, la estancia no sirvió precisamente para redefinir los contratos del grupo. «Solíamos sentarnos en un café de Torremolinos viendo a los chicos. Yo le preguntaba cuál de ellos le gustaba y disfrutaba de sus respuestas como un escritor que está experimentando una realidad que no es la suya», cuenta.

Desinhibido y tolerante

La contradicción revela la época dorada de la Costa del Sol. En lugar de optar por Londres o Estados Unidos, la estrella anglosajona viajaba al islote libertino del franquismo para desinhibirse. Su relación con Esptein desafiaba los tópicos de la época. Lennon lo escuchaba sin ruborizarse y se prodigaba en chistes troglodíticos que podían haber sacado de quicio a más de un cabecilla de la revolución del sexo. De nuevo, el vocalista de los Beatles se anticipaba a los avances de la década. Maduro, humano, intelectualmente sin complejos. Aunque no tanto como reza la poética de Liverpool.

El descubrimiento de la costa

No se sabe si sería la bruma del Támesis o la flema incombustible, pero a su regreso a Inglaterra, el compositor, el moderno, el pacifista, abandonó sus aires de hombre de mundo para transformarse temporalmente en un cavernícola. Sucedió en la legendaria Cavern, aunque no inmediatamente después de regresar de Torremolinos. Los rockeros, de fiesta, tienen mala pipa.

Puños en alto en Liverpool

La banda más famosa del planeta celebraba el cumpleaños de Paul McCartney. Julio de 1963. Lennon, que solía aceptar con regocijo las bromas de sus compañeros, hizo que se apagara la música. Se oyeron gritos y ruidos de vasos al estilo más genuinamente de western. La razón, un comentario del discjockey, que en un intento de sumarse a la sorna generalizada, se le acercó al cantante y le dijo: «Hola, John. ¿Qué tal tu luna de miel en Torremolinos?»

El músico no se lo perdonó. Le dio una tunda de las que hacen época, aunque no amigos. No es una especulación. El propio Lennon no se anda con eufemismos: «Me llamó marica y yo le aplasté las puñeteras costillas», relata. Más tarde se permitiría, incluso, bromear con sus vacaciones al lado de Epstien. «Lo nuestro no llegó a romance, pero fue una relación intensa». Mejor con una sonrisa, claro que sí, Let it be en Torremolinos, en las playas, también, de los Beatles.