Al malagueño Manuel Sánchez Benedito nunca le ha asustado trabajar, algo que ha estado haciendo desde los 12 años y que le llevó, durante parte de su adolescencia, a buscar nuevos aires en Colonia, Alemania.

Así que no hay que extrañarse de que, a mitad de los años 80, este agente de seguros amable, simpático y con cuatro hijos, se planteara hacer realidad su sueño: abrir una galería de arte en Málaga, primero de alquiler en una galería hoy desaparecida y en 1985 adquiriendo un bajo y un primer piso junto a calle Granada. Nacía así la Galería Benedito.

«Todo el mundo nos tomaba por locos y nos decía que para qué nos metíamos en un follón». Manuel habla en plural porque también se refiere a su mujer Mabel Gaspar, a quien le quiere dar todo el mérito. «Sin ella no hubiera podido hacer nada, yo no podía dejar el trabajo porque era de lo que comíamos y ella era la que abría a las 11 y a la 1 se iba a dar de comer a los niños y por la tarde, otra vez», cuenta.

Su hija, Eugenia Sánchez-Benedito, recuerda también la «trabajosa» entrega de las montañas de sobres con los catálogos de las exposiciones, y cómo el cartero se negaba a repartirlos por el volumen. «Tuvimos que ir al antiguo Correos, parábamos el coche y mi madre iba metiendo las cartas, hasta que un día apareció un señor detrás del buzón y le dijo: Señora, es mejor que usted entre porque se está hinchando de dar viajes».

El caso es que la galería, la primera que se abría en el entonces «desierto artístico» del Centro, funcionó desde el principio. Manuel Sánchez Benedito fue contactando con los pintores malagueños más famosos, que acogieron muy bien este nuevo espacio, con un lema lleno de optimismo: Coleccionar obras de arte es alegría de vivir.

En las fotos de la historia de la galería aparecen, ya en esos primeros tiempos, pintores como Mingorance, Torres Mata, Virgilio, Rittwagen, Mari Pepa Estrada y muchos más. La Galería Benedito, además, siempre abogó por dar la bienvenida a cualquier expresión de pintura figurativa. «Cabe desde el naif al impresionismo, el hiperrealismo... todo», recalca Eugenia Sánchez-Benedito.

Ese gusto por lo figurativo viene de familia, una familia por cierto de muy probable origen italiano (provendría de Benedetto) que en el siglo XIX se asienta en Valencia. Precisamente en esta ciudad nació el pintor Manuel Benedito, discípulo de Sorolla y tío abuelo del galerista malagueño y que cuenta con varias obras en el Museo del Prado.

Por cierto que uno de los éxitos de la galería ha sido el fondo de arte, que ha logrado «enganchar» («hoy se diría fidelizar», bromea Manuel) a muchos malagueños, que además de facilidades de pago reciben una conocida colección de libros con dos líneas: monográficos sobre artistas, de los que ya se han publicado casi 60 y 25 publicaciones sobre temas pictóricos, que cada año se proponen a varios pintores y dan lugar a una exposición colectiva. Así, en años anteriores los temas propuestos han sido, entre otros, Elogio de lo oculto, El reloj, La luna, o El tren, con estudios introductorios realizados por conocidos expertos de Málaga como José Manuel Cabra de Luna, Francisco Rodríguez Marín o Juan Gaitán.

Tantos años en la brecha dan para hacer una radiografía de la afición por el arte en Málaga.

Para Eugenia Sánchez-Benedito, «en Málaga hay mucha cultura de arte, a la gente le gusta y se van haciendo sus rutas, no tanto con la idea de comprar, pero sí de disfrutar y eso se nota, hay movimiento», explica. Para su padre, «en Málaga hay además muy buena cantera de pintores».

Anécdotas guardan muchas, pero una de las más bonitas la presenció Manuel Sánchez Benedito durante una exposición del fallecido pintor Virgilio Galán. Al parecer, vio cómo una persona se quedaba contemplando durante largo rato uno de sus cuadros, hasta el punto de confesar al propio galerista: «Me estoy emocionando». Manuel Sánchez Benedito aprovechó para presentarle al pintor, que se encontraba en ese momento en la galería, y el espectador del cuadro se identificó y le dijo: «Soy sacerdote y a partir de hoy voy a incluirle en las oraciones para que siga pintando tan bien como hasta ahora». En la Galería Benedito, los pequeños milagros del arte están a la orden del día.