Málaga ha sido tradicionalmente un polo de atracción de nuevos habitantes, por sus condiciones climáticas y sus oportunidades laborales. Pero los malagueños no son muy dados a moverse de su lugar de origen y prefieren seguir viviendo en su provincia e incluso en su ciudad de nacimiento.

Según los datos del elaborados por el INE, casi la mitad de los malagueños está empadronado en el mismo municipio donde nació –721.787 del 1,6 millones de habitantes que tiene la provincia, es decir, un 45%–. Asimismo, más de un millón de residentes en la provincia han nacido en alguno de sus municipios, lo que supone seis de cada diez habitantes. El resto procede sobre todo de otros países, son más de 300.000 los empadronados nacidos en el extranjero, y otros 250.000 son andaluces o del resto de comunidades autónomas españolas.

La escasa movilidad fuera de los límites de la provincia o incluso más allá de las lindes municipales es evidente especialmente en los municipios del interior, donde sólo la llegada de algunos residentes extranjeros buscando la antítesis del sol y playa varía el panorama. El caso contrario ocurre en la Costa del Sol y la capital. Son estas zonas las que atraen a los residentes del ressto de la provincia, que ven en ellas mejores opciones de futuro. Por ejemplo, en Marbella casi la mitad de sus habitantes son nacidos en la provincia, aunque otros 41.ooo provienen del extranjero. Otro ejemplo destacado es Benahavís, donde prácticamente el 50% de sus empadronados son foráneos.

Málaga no se encuentra entre las zonas con mayor movilidad, según un reciente informe de la Fundación BBVA, que la sitúa con menos de un 18% de población nacida en otras provincias españolas, muy lejos del 27% de Madrid. No obstante, si está entre las diez con más población extranjera, con alrededor de un 20%. En este caso, es Alicante la primera, con un 25% de foráneos, seguida por las islas Baleares y Girona.