¿En qué se basan sus estudios sobre las frustraciones y sus efectos en las emociones?

Estamos tratando de encontrar un modelo animal que nos permita estudiar las bases neuronales de esas frustraciones.

¿Y han encontrado ese modelo?

Hemos encontrado algunos modelos en animales de laboratorio. Es un experimento muy simple: le damos a una rata una solución muy dulce y luego se cambia a una menos dulce. Las ratas esperan una solución más dulce, y esto hace que se frustren y tengan una reacción de estrés, que se da por medio de la liberación de hormonas y en la actividad de ciertas regiones cerebrales. Y luego estudiamos también cómo se recupera de esa situación, cómo vuelve a los niveles normales de conducta.

¿Y cómo lo hacen?

Hay diferencias entre unos animales y otros. Ocurre igual que con las personas: la mayoría se recuperan espontáneamente de una pérdida, por ejemplo, y otras necesitan ayuda psiquiátrica. Con las ratas pasa lo mismo, la mayoría recuperan los niveles normales de consumo, aunque hay algunas que no se recuperan nunca. Y esas diferencias son las que nos interesa estudiar.

¿Cómo se trasladan estas investigaciones a los seres humanos?

Básicamente es lo mismo. Lo que ocurre es que el ser humano es mucho más complejo, porque tiene los factores sociales y del lenguaje, que no existen en el caso de las ratas. Por eso usamos modelos animales, para poder simplificar ese mecanismo.

¿Cree que hoy en día las personas tenemos más frustraciones de las que deberíamos?

Las frustraciones son una experiencia universal y se crean por expectativas exageradamente altas. Cuando uno experimenta el éxito es inevitable que las expectativas suban. Por ejemplo, ahora que España ha ganado el Mundial podemos tener las expectativas de ganar la próxima Eurocopa o el Mundial. Por eso dicen que es muy fácil llegar pero muy difícil mantenerse, porque el éxito continuo es imposible.

¿Cree que esas expectativas se deben a las presiones de la sociedad?

En parte sí, pero también hay otros procesos automáticos. Si alguien tiene éxito es muy difícil que no genere expectativas. Por ejemplo, si a uno le aumentan el sueldo no espera que se lo bajen al mes siguiente. Sé que aquí en España le están bajando el sueldo a mucha gente y eso es frustrante.

¿Qué consejos da para tomarnos mejor esos cambios y sufrir menos frustraciones?

Hay que tener expectativas realistas. Volviendo al ejemplo del fútbol, ni la selección española, ni la argentina, ni ninguna otra salvo la brasileña deberían tener altas expectativas de ganar el Mundial de Brasil dentro de cuatro años. En definitiva, hay que pensar que el resultado de los retos a los que nos enfrentamos puede ser positivo o negativo, y toda una gama de resultados intermedios, y eso nos hará más fuertes y tolerantes.