«Mis vecinas me dicen que se me nota en la cara, que transmito alegría. ¿Sabe lo que es tener tiempo para limpiar, para hacer la compra, salir con tus amigas o simplemente poder ir a la peluquería?». Isabel Sánchez, a sus 61 años, afirma satisfecha y feliz que ha llegado «al cielo».

Hace tres meses que esta gaditana afincada en Málaga ha logrado recuperar su vida, su libertad y su independencia. Su madre, Isabel, tiene 87 años y padece alzheimer. La abuela vive con esta familia desde hace nueve años pero su estado de salud y su autonomía se han ido mermando con el paso de los años hasta el punto de no poder quedarse sola y tener que requerir ayuda absolutamente para todo.

Cuidar a un dependiente las 24 horas del día implica en muchas ocasiones no poder desempeñar con normalidad las tareas cotidianas y relegar a un segundo plano la vida familiar, social y laboral del cuidador. Esto genera un notable desgaste e importantes costes emocionales y físicos. «Vivimos todos juntos, mi marido, mis dos hijos, mi madre y yo. Mi marido me ayuda muchísimo», relata por su parte Isabel.

Sus obligaciones y atenciones llegaron a tal punto que esta mujer prácticamente dejó de tener vida social y familiar. Entonces solicitó un recurso e Isabel, en este caso la abuela, acude desde abril a la Unidad de Estancia Diurna (UED) de la Fundación Objetivo 1 en el Pasaje Calderón y Cubero, por el Paseo de los Tilos.

Han ganado madre e hija. Una porque ahora tiene tiempo para realizar sus tareas, y otra porque además de salir de casa todos los días, con los beneficios que ello comporta, allí recibe todo tipo de atenciones (fisioterapia) y realiza múltiples actividades manuales y de memoria.

La provincia de Málaga cuenta actualmente con 1.040 plazas de Unidad de Estancia Diurna para ancianos sufragadas por la Junta de Andalucía. De éstas 160 son de fines de semana, un proyecto piloto que se inició en 2007 y que ante la demanda y el buen acogimiento se ha mantenido e incluso ampliado en relación al número de plazas en origen. En 2009 el concierto de estas plazas supuso una inversión de más de 3,7 millones de euros por parte de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social. A éstas habría que sumarles además otras 416 para dependientes. Allí son atendidos por profesionales y, además muchas de estas personas se muestran más alegres al volver a ser activas y estar con sus iguales ganando además en felicidad la unidad familiar.

Y es que la población envejece y los mayores en muchas ocasiones quedan bajo la necesaria e inevitable atención de los hijos. Lo que comienza como una mera ayuda puntual se convierte cada día en una mayor dependencia que obliga y entrelaza a ambos individuos a convivir las 24 horas del día, deteriorando en algunos casos las relaciones personales e impidiendo a ambos un pleno desarrollo. Este hecho imposibilita al cuidador (en su mayoría mujer) la realización de las actividades cotidianas o necesarias como ir a la compra, ordenar la casa o trabajar, según el caso.

Con el objeto de ofrecer un respiro a estas cuidadoras y que el anciano reciba a su vez una completa atención por parte de profesionales surgen las Unidades de Estancia Diurna. Además, este recurso no obliga a desvincular al dependiente de su entorno familiar ya que cada día al atardecer vuelve a casa.

Objetivo 1

La Fundación Objetivo 1 se constituyó en el año 2000 y cuenta con una Unidad de Estancia Diurna cuyas plazas están concertadas con la Junta y que ofrece servicio los días laborables y fines de semana, explica el director de Objetivo 1 y del centro, Carlos Mejía.

30 plazas para mayores de 65 años que cuentan con una asistencia de profesionales permanente. Recogida en autobús, desayuno, fisioterapia y terapia ocupacional, lo que conoce como talleres –actividades de memoria, cálculo numérico, psicomotricidad, juegos cognitivos y motrices–.

«Los talleres de memoria son importantes porque el 80% de los usuarios están diagnosticados con demencia y dentro de éstos una gran parte padece alzheimer», explica Mejía. Tras el almuerzo para algunos llega un rato de descanso y para otros la realización de más actividades para ya a las 16.00 horas volver a casa tras haber comenzado la completa jornada a las 9.00 horas.

El fin es doble: mejorar la calidad de vida del mayor, permitiendo ralentizar el deterioro de sus patologías o propias de la edad y, por otro, aliviar la carga de la cuidadora.

El sol de la mañana entra resplandeciente por los ventanales de la Unidad de Estancia Diurna de Objetivo 1 donde una treintena de ancianos, en su mayoría mujeres, realizan múltiples actividades acompañadas y dirigidas por profesionales. Puzzles, globos de arroz, pinturas en una diana. Los mayores se afanan en su cometido mientras charlan y conversan apaciblemente con sus monitoras y compañeros.

Mientras, mujeres como Isabel pueden a su vez comprar, preparar la comida, arreglar la casa y, en otros casos, trabajar. Además, con el servicio de fines de semana recuperan las relaciones sociales, en muchos casos perdidas ante los años de cuidado que les impedían salir a la calle o les dificultaba determinados planes.

Algunos mayores son reacios al principio, explican las propias beneficiarias indirectas, pero luego todo son ventajas. Así lo cuenta Mari Díaz Flores de 51 años y cuya madre María Flores de 84 años también acude a la UED. «Ella ya apenas expresa nada, no habla, pero yo la conozco perfectamente y detecto cuando que cuando está aquí ella está bien y se le nota si falta», explica.