La Virgen del Carmen volvió ayer a concentrar la devoción más entrañable de una ciudad que se vuelve a la mar y que vive con especial intensidad toda la jornada, desde el alba a la madrugada, junto a la imagen que es capaz de agrupar en un mismo latido a todos sus devotos. Málaga es más malagueña aún en este auténtico espectáculo que se repite cada verano. La fiesta de la religiosidad popular. Ayer se renovó la liturgia marinera en torno a la Virgen, que salió en rosario de la aurora a las ocho de la mañana desde su sede canónica, hasta la Catedral.

Durante los últimos días, en El Perchel han convivido las banderas de España que celebraban el triunfo de la selección de fútbol, con otras con los colores vaticanos y carmelitanos y que anunciaban la inminencia del gran día. Y ese día amaneció muy temprano, como siempre. La Virgen salió a la calle portada por los submarinistas que, poco después, iban a rescatar a la pequeña imagen de bronce que recibe culto submarino en su capilla del Roqueo del Perro. Tomaron el relevo hermanos de Humildad y Paciencia, que además daban escolta con sus remos a la Señora mientras se dirigía a la Catedral, rodeada de una desbordante marea humana que rezaba el rosario.

Las campanas del carrillón de la torre tocaron las notas de la Salve Marinera cuando la Virgen llegó a la plaza del Obispo. En la puerta principal esperaba el obispo, Jesús Catalá, y varios miembros del cabildo. El prelado ofició la misa. El año pasado fue la destacada ausencia. Y lo hizo tocado con una mitra con el escudo carmelitano, que le ha regalado la archicofradía. La Virgen presidió la ceremonia desde el lado izquierdo del altar mayor de una Catedral llena de fieles y señoras que ejecutaban una precisa coreografía de abanicos, para tratar de mitigar el sofocante calor.

La salida por la escalinata fue tan emotiva como siempre, con la banda de la Expiración interpretando el Himno Nacional y los miembros de la Comandancia de Marina de Málaga, que participaban en la comitiva, con el comandante Luis Miranda Freire a la cabeza, rindiendo honores militares a su Patrona. ¿Qué decía el nuevo reglamento?

La imagen iba sobre su peana y estrenaba una nueva nube y cortejo celestial a sus pies, con cuatro ángeles, obra de Juan Vega. El pelo muy suelto, con amplios tirabuzones que enmarcaban su rostro. La corona se movía con la misma cadencia con la que los marengos portadores la conducían al Puerto. En el edificio de la Autoridad Portuaria, engalanado para la ocasión, estuvo expuesta al culto hasta las 18.30 horas, cuando fue embarcada en el remolcador Diheciocho. El Vehinte tampoco quiso falta a la procesión marítima. Ni el obispo quiso perderse este momento único. En mitad de la bahía se reunieron una treintena de embarcaciones y la Virgen del Carmen Coronada saludó a su homónima de los submarinistas, que volvía a su hornacina subacuática. Antes se celebró el homenaje a los fallecidos en la mar y el intercambio de flores.

Tras este recorrido, de vuelta al muelle 2, bajo la nueva pérgola del Palmeral de las Sorpresas, la Señora fue entronizada para regresar a El Perchel y reecontrarse con sus miles de devotos que aguardaban en la plaza de La Marina. La banda del Carmen iba en cabeza de procesión y la Expiración, tras el trono, exornado con flores variadas en blanco (rosas, nardos, calas, frecsias y orquídeas). El apoteosis se revivió al cruzar el puente de la Misericordia y al entrar en la calle Ancha. La Reina de Málaga volvía a casa después de una maratoniana jornada de fervor, a veces, incontenido.

La Malagueta

Los submarinistas también vivieron su gran día en torno a su pequeña Patrona, que desembarcó en la playa de La Malagueta. Por unas horas comparten devoción con quienes no son buzos. La imagen de José Dueñas ha sido restaurada este año y le han sido eliminados las incrustaciones marinas que tenía adheridas a su manto.

A las 13.00 horas presidió una misa en la iglesia de San Gabriel. Para ello, fue trasladada en procesión en su trono arreglado con claveles rosas y sobre dos delfines rampantes, que le sirven de peana. En su mano, por cetro, una biznaga, y los escapularios que durante toda la novena estuvieron a los pies del Carmen de El Perchel. La Banda de la Trinidad volvió a acompañar al cortejo y el coro de la Casa de Álora-Gibralfaro. Los portadores vestían sus clásicos trajes de neopreno.

Procesión en Huelin

Todo el barrio Huelin, de gran tradición marinera, se echó ayer a la calle para ver la comitiva más marenga que precedía a la Virgen del Carmen. Salió en procesión desde la iglesia de San Patricio, sobre el trono que la hermandad estrenó el año pasado y que destaca por su decoración con símbolos alusivos al mar. El público se disputaba los escasos espacios donde había sombra en una larga calle Princesa, donde el cortejo se dirigió para embarcar a la imagen en la playa de San Andrés. Sobre una jábega bendijo las aguas del litoral oeste de la capital.

La agrupación musical de San Lorenzo Mártir figuraba en la cabeza de la procesión y detrás del trono iba la banda de Zamarrilla. Era portado hombres ataviados a la usanza marenga e iba escoltado a su vez por remeros. Las flores elegidas para rodear a la imagen fueron de color blanco y rosa, claveles y liliums. Una presidencia de hermanos de la Mediadora recibieron a la Virgen con su guión.

Huelin vivió así uno de los días más importantes del año.