Llegó el verano, el terral y los turistas en una cadencia simultánea, periódica, a todas luces beneficiosa, aunque con efectos en el consumo de recursos de la provincia. El avance de las temperaturas, unido al crecimiento demográfico, ha supuesto un nuevo mordisco a las reservas de agua de Málaga, que aun así, se mantienen en cifras de récord, con los pantanos por encima del noventa por ciento de su capacidad.

En apenas una quincena, el gasto se ha multiplicado con respecto a los meses primaverales. Málaga vive en estos días su época del año más agresiva con el grifo. Desde el pasado 30 de junio, se han arañado casi 15 hectómetros cúbicos a los embalses, el doble de lo que consume la provincia en dos semanas ordinarias.

Los pantanos iniciaron la temporada alta con 579,77 hectómetros cúbicos y alcanzaron el ecuador de julio con el registro a 564,8. Los números reflejan la pérdida de casi un tres por ciento de caudal en quince días.

La comparativa con el pasado verano no permite aventurar hipótesis sobre un incremento del gasto, pero sí es bastante elocuente en relación a la voracidad de esta época del año. Las autoridades insisten en que la recuperación de los pantanos, que han pasado de exhibir un perfil casi dramático a perfilarse cerca del tope, no debe interpretarse como una vuelta al despilfarro. El agua es un bien perecedero y la sequía, al menos en la provincia, un problema crónico.

Según fuentes de la delegación provincial de Medio Ambiente, la actitud de los malagueños está siendo positiva, pese a las elevadas cifras de consumo de las últimas semanas. A modo de ejemplo, proponen el balance de la capital, que ha mantenido en la primera quincena de julio una pauta de gasto de 232 litros por habitante al día. Un registro inferior al de la misma época del pasado año, que se situó en 238.

Las previsiones sobre la evolución de los recursos apuntan a que estas semanas se convertirán en la tónica hasta septiembre. El gasto se subordina al turismo y al calor, que, por el momento, no da síntomas de tregua en el interior y el litoral.

El mes de julio representa tradicionalmente un examen para las reservas de la provincia, que suelen perder buena parte del agua almacenada durante el otoño. Las diferencias es que este año no habrá que inaugurar agosto con los dedos puestos en la calculadora. La primera cresta del consumo se ha superado con la aguja todavía cerca del cien por cien.