Los suelos conformados por el desmantelamiento de los antiguos depósitos de Repsol, los que aparecen tras el soterramiento de las vías del tren, junto con los que quedarán libres tras el traslado del polígono San Rafael y las instalaciones municipales de la EMT y los Servicios Operativos, suman una superficie superior a los 550.000 metros cuadrados y, a ellos, hay que unir la gran superficie de 70.000 metros que conforma el antiguo cementerio de San Rafael. Todo ello suma una de los espacios urbanos más grandes y con mayores posibilidades de transformación y renovación de sus usos.

Es por ello que un grupo de arquitectos y alumnos de esta disciplina de España y de otros países ha trabajado en los últimos días en Málaga sobre las grandes posibilidades de planificación urbana y de diseño que ofrece este espacio ciudadano

En la semana del 12 al 16 de julio, arquitectos, profesores y alumnos de Arquitectura de Siracusa, Rabat, El Cairo, Pamplona, Roma y París, dirigidos por el arquitecto José Seguí y coordinados por la profesora y arquitecta Susana García, han trabajado en el diseño de diversas propuestas tratadas como un acercamiento experimental a las necesidades urbanísticas de esta gran zona urbana.

La elección de esta gran pieza urbana para trabajar sobre ella ha sido clara. Se toma en estudio esta zona al tratarse de un área de oportunidad por excelencia, ya que «pocas veces la ciudad va a tener la oportunidad de crear una nueva centralidad en uno de los suelos vacantes más grandes, es una oportunidad única pues se trata de crear un nuevo gran espacio o centralidad urbana y no un simple barrio más», en palabras de Susana García, que corrobora José Seguí cuando señala que «se trataría de la nueva centralidad de Málaga del siglo XXI, que estaría al mismo nivel de lo que fue la apertura del Parque y la Alameda en el siglo XIX y la Prolongación de la Alameda en el XX».

Las propuestas

Una recopilación de las distintas propuestas presentadas partiría de la incorporación del viejo cementerio de san Rafael a esta gran pieza para convertirlo en un gran pulmón verde que además estaría integrado en el resto de ese entorno urbano con conexiones y viales internos. Por su extensión generaría el mayor parque urbano que puede tener la ciudad.

En la zona de los suelos de Repsol y el polígono de San Rafael donde, por un lado, el PGOU propone levantar cinco rascacielos, y por otro, reconvertir el polígono en un importante centro de uso productivo, los arquitectos plantean «moderar» la altura de los usos residenciales y combinarlos con usos comerciales y terciarios junto con grandes equipamientos, manteniendo cierto orden en la altura de los edificios.

Ello supone que el uso residencial exige alturas homogéneas alejadas de los grandes rascacielos y sólo los usos terciarios o institucionales permitirían alturas más elevadas, pero más como elementos referenciales del paisaje.

Por último, sobre el espacio que se gana con el soterramiento, se trataría de crear un gran eje que estructure la ordenación de toda la pieza combinando los usos de tráfico, con el parque y el uso peatonal y de ocio ciudadano.