La Fiscalía de Málaga solicita cinco años de prisión para un hombre al que acusa de provocar un incendio en Antequera que afectó a 4,6 hectáreas. Sin embargo, a pesar de la escasa superficie consumida por las llamas, el fuego provocó momentos de pánico, ya que se quedó a las puertas del polvorín militar que hay en la pedanía antequerana de Bobadilla.

La acusación pública también reclama para el acusado una multa así como el pago de 4.380,32 euros a la Junta de Andalucía, que sufragó las tareas de extinción, y el abono de 54.013 euros a la dueña de una finca por los daños sufridos. El acusado será juzgado por un jurado popular.

Según consta en la calificación de la Fiscalía de Málaga, a la que tuvo acceso este periódico, sobre las 20.00 horas del 13 de agosto de 2009, el procesado, con «la finalidad de originar un incendio y causar daños al medio ambiente», se dirigió a la zona situada en el paraje Arroyo Tinajas-Cañaveralejo.

Una vez allí, y «utilizando un mechero como fuente directa de calor, prendió fuego a la masa forestal existente, originando dos primeros focos en la cota más alta del paraje y, posteriormente, y con la misma finalidad, otros seis focos más al este de la zona, en la cota media junto a la vía férrea Bobadilla-Ronda», relata el acusador público. Entre ambos puntos mediaba una distancia de dos kilómetros.

Varios de los focos del incendio ardieron con «gran virulencia». De hecho, estaban «muy próximos a la base del Ejército del Aire», con sede en esa zona. En el acuartelamiento existe un polvorín militar, «lo que ocasionó que los soldados allí destinados se encontraran en alto nivel de alerta con sus propios retenes de bomberos activados».

Asimismo, otros focos se diseminaron a lo largo del trayecto de las vías del tren, «impidiendo la circulación de ferrocarriles debido a la cercanía de las llamas».

A consecuencia de ello, se originó un incendio que no logró «controlarse» hasta 2.35 horas. Afectó a tres hectáreas de terreno forestal (encinas, tomillo, aulaga, retama, gayuba, taraje y pasto), así como a 1,6 de terreno agrícola.

Sobre las 21.15 horas del mismo día, los agentes de la Guardia Civil sorprendieron al imputado «agachado entre unos arbustos cercanos al foco norte del incendio». Éste echó a correr para escapar de los funcionarios.

Los agentes observaron que el acusado llevaba un pañuelo de tela negra tapándole la nariz y la boca, tenía un mechero rojo, aún caliente y con el depósito de gas a la mitad en la mano derecha y, a escasos 50 centímetros, un rollo de red fabricada en plástico con los bordes quemados.

Los gastos de extinción alcanzaron los 4.380 euros. Asimismo, en una finca particular el fuego calcinó 84 olivos.