Miles de malagueños pueden dar fe de que la propuesta de concesión de la Medalla de oro de la Ciudad a las Escuelas del Ave María y al Colegio de San Manuel es un acto de justicia.

El pleno del Ayuntamiento de Málaga aprobará hoy este reconocimiento para unos centros religiosos que han cumplido en los últimos tiempos 100 y 150 años, respectivamente, un tiempo en el que han contribuido como pocos a la transformación de Málaga y en sus comienzos, a dar cobijo, alimento y formación a las personas más desprotegidas.

Para Antonia Toral, directora pedagógica del Colegio de San Manuel, a cargo de las Hijas de la Caridad, esta propuesta de concesión «ha sido toda una sorpresa porque no lo esperábamos», aunque señala que, hace tiempo, la asociación de padres de alumnos y el claustro de profesores habían pedido este reconocimiento.

Antonia Toral cuenta a este diario que en unos tiempos «en los que no está en alza el valor de educar», la Medalla de la Ciudad es también un acicate. «Creo que es algo merecido por la dedicación y entrega de tanta gente a lo largo de la historia». Las Hijas de la Caridad, que ya recibieron en 2005 el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, reciben ahora un homenaje a su enorme tarea educativa en Málaga.

Los responsables de las Escuelas del Ave María conocieron la noticia a través de La Opinión y también mostraron su alegría por este reconocimiento de Málaga.

El presidente del Patronato de las Escuelas, José Luis Esteve, señaló que se trata de una concesión «absolutamente justificada porque la labor que hacen las Escuelas es increíble». El presidente recordó que esta obra, iniciada por el padre Manjón a comienzos del siglo XX, iba destinada a atender «a la gente más desfavorecida de Málaga, a los más pobres, en una época en la que había muchos chavales que vivían en la calle porque no tenían donde recogerse y las Escuelas les dieron cobijo y una atención espléndida».

El director del centro, José Antonio Villatoro, que además ha sido alumno de las Escuelas del Ave María, donde luego comenzó de profesor en 1982, señaló ayer que la medalla «es un honor para toda la comunidad y un orgullo». Pero resaltó además que el orgullo es doble, porque el Ayuntamiento le acaba de comunicar que Jesús Colchón, uno de los maestros más admirados del centro, tendrá una calle próxima a las Escuelas.

Los dos centros malagueños recibirán la máxima distinción municipal en un próximo pleno extraordinario. El motivo por el que no han coincidido los aniversarios respectivos de las Escuelas y del Colegio de San Manuel con esta concesión se debe a lo dispuesto en el Reglamento para la Concesión de Honores del Ayuntamiento de Málaga, que estipula que para mantener el «carácter singular» de la distinción «la corporación municipal podrá conceder un número máximo de dos medallas anuales», salvo circunstancias excepcionales.

San Manuel

La institución más antigua, el Colegio de San Manuel, nace en 1859 como asilo cuando Trinidad Grund cumple el deseo de su marido fallecido, Manuel Agustín Heredia Livermore, de crear una escuela para obreras y viudas.

Aunque al principio se hacen cargo de la institución señoras de la burguesía, a los pocos meses son sustituidas por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, una sociedad de vida apostólica que todavía está al frente de este colegio, llamado San Manuel en recuerdo del marido y el hijo de doña Trinidad Grund, aunque, cosa curiosa, en el santoral no hay ningún San Manuel.

A comienzos de siglo, el asilo cambia de dueño por deudas y pasa a los Larios y, tras un vacío legal de 20 años, en 1925 regularizan la situación y ceden los terrenos a las Hijas de la Caridad, con la condición de que la congregación permaneciera en Málaga educando a los huérfanos pobres.

El orfanato no cerrará sus puertas hasta 1970, albergando en su última etapa a huérfanos de mineros. A partir del 70, llega la transformación en centro educativo, formando a alumnos desde los 3 hasta los 16 años.

Escuelas del Ave María

La obra educativa del padre Andrés Manjón, que comenzó en Granada a finales del XIX impartiendo clases a niños pobres de familias gitanas, pasó a Málaga con la llegada del siglo XX. Hacia 1905, el sacerdote malagueño Diego López Linares recogía por las noches en la Casa del Niño Jesús, en Pozos Dulces, a los niños mendigos, dándoles un tazón de leche migada y una cama. Preocupado por la situación de los chaveas, habló con el doctor don José Gálvez, quien le cedió unos terrenos de su mujer en la Trinidad, junto al río, en el Pasillo de Natera. Era el curso 1906-1907 y habían nacido en Málaga las Escuelas del Ave María.

Cuando en 1943 se crea el Patronato de las Escuelas, que preside don José Gálvez, se recoge que están abiertas «al huérfano de guerra, al hijo del preso, al niño recogido por la junta de menores por su mendicidad». Es justo en ese año cuando las gestiones del famoso médico, hoy en proceso de beatificación, consiguen un millón y medio de pesetas y la cesión de unos terrenos de Tabacalera. El prestigioso arquitecto Enrique Atencia levantaría en la que es hoy la avenida de Sor Teresa Prat la sede actual de las Escuelas del Ave María, completadas en 1951 con un ala para la formación profesional.

Esta iniciativa de la formación profesional hizo posible que miles de malagueños despuntaran en todos los oficios, incluida la música, pues la banda del Ave María estaba dirigida nada menos que por el maestro Artola.

A comienzos de los 60 se cierran las históricas Escuelas del Pasillo de Natera por la despoblación del barrio y se redoblan los esfuerzos en el centro de Huelin, que a partir de 1974 ya incorpora a alumnas. En la actualidad, es uno de los pocos colegios de España que ofrece todos los niveles de la enseñanza no universitaria.

La medalla de la ciudad para estos dos centros tan queridos es un acto de justicia de Málaga.