Paloma Gálvez Petersen, de 66 años, andaba ilusionada estos días a pesar de que arrastraba dolores en una pierna. Iba a celebrar el septuagésimo aniversario de su hermana Alicia, residente en Lisboa, con un minicrucero por la bahía de Göcek, al suroeste de Turquía. Junto a las dos atrevidas viajeras iban las cinco sobrinas de Paloma, uno de sus maridos y los hijos de éstas, la mayoría de ellos residentes en Lisboa. Sólo una de sus sobrinas vive en Málaga, aunque todos tienen hondas raíces en la capital de la Costa del Sol. En total, fueron 18 los Gálvez, una familia propietaria de la clínica homónima, los que quisieron acompañar a las mayores de la prestigiosa saga. Alicia fue quien invitó a toda la familia a esta singladura.

Alicia cumplía 70 años el miércoles, pero ya nunca olvidará ese día. La familia alquiló a la empresa Alesta Yachting una lujosa goleta para cubrir la travesía entre las ciudades otomanas de Mármaris y Fethiye, en lo que debía ser un viaje de placer de diez días. El miércoles cumplían su cuarta jornada en alta mar. La relajación y las bromas eran la tónica predominante. De hecho, la propia Paloma le describió el mismo miércoles a una amiga las notas características de la travesía: «Hace un tiempo espléndido. El viaje es maravilloso y el barco, estupendo».

Decidieron cenar en la cubierta del yate, cuya estampa se dibuja imponente en las imágenes que del mismo pueden hallarse buceando en la web. Su nombre, Kayhan-9, y su silueta ya dejan entrever su uso para itinerarios placenteros en esa zona del Mediterráneo turco, perlado de pequeños islotes con playas infinitas.

De pronto, pasadas las 18.00 horas de la tarde –hora local–, los presentes escucharon lo que han descrito a este periódico como «un petardazo». Lo que ocurrió, según las primeras hipótesis, es que se produjo un cortocircuito en algunas de las instalaciones eléctricas ubicadas en la cabina del velero. Unas informaciones hablan del generador y otras hacen referencia a diversos aparatos, sin que las autoridades turcas, que definen el lance como «un desgraciado accidente», se pongan de acuerdo en la génesis del siniestro.

Ese «petardazo» fue el pistoletazo de salida para lo que vino después. La cabina empezó a arder y el fuego, ávido de madera y tela, engulló rápidamente la superficie del barco. Los gritos se sucedían, mientras los cinco tripulantes trataban, en vano, de domar las llamas, algo que no consiguieron. «Explotó toda la cubierta», explicó a este periódico una persona allegada a la familia. Todos se tiraron al agua, aun encontrándose en alta mar, a más tres millas náuticas de Fethiye. La tripulación avisó por radio tanto a los guardacostas como a otras embarcaciones, como manda la ley del mar, que se hallaban en las inmediaciones. En principio, no había que lamentar víctimas, pero todos los que se esforzaban en ganar al cansancio causado por las olas se sorprendieron al ver que Paloma Gálvez no se soltaba de la barandilla.

Estaba aterrada, indican los testigos. El fuego danzaba a su alrededor, pero un inoportuno shock paralizó su capacidad de reacción y ella misma fue engullida por las llamas sin que nadie pudiera hacer nada por salvarla. «Lánzate Paloma, sal de ahí». Los gritos desesperados no encontraron eco. Se buscó su cuerpo durante toda la tarde del miércoles y la mañana del jueves, pero no hubo recompensa.

Un carguero que oyó la llamada de socorro se personó en la zona y comenzó a arrojar salvavidas por la borda. Los guardacostas y otras embarcaciones ayudaron a subir a los náufragos. El barco siguió ardiendo durante algunos minutos hasta que el mar se lo quedó.

Hubo dos heridas: María e Inés. Fueron atendidas en el hospital de Fethiye y dadas de alta. La primera se rompió el tobillo y la segunda sufrió quemaduras leves en la espalda. Un helicóptero captó imágenes del incendio que se produjo en la goleta.

Las autoridades turcas han abierto una investigación y buscan las cajas negras del barco de recreo para saber qué pasó. El capitán de la goleta nunca superará el mal rato. No en vano, fue detenido el mismo día de la tragedia a la espera de que se esclarezcan las causas del siniestro. Aunque todo apunta a un accidente, es habitual en el país otomano tomar precauciones de este tipo debido al terrorismo.

Perdieron todos sus equipajes y sus documentos, de tal forma que será el Consulado español en Estambul el que los dote de un salvoconducto. Anoche ya volaban hacia Lisboa, según fuentes de la familia. Otro de los motivos del viaje residía en visitar a un familiar que trabaja en el diseño de un campo de golf de lujo en el país.

La goleta tenía 36 metros de eslora y estaba dotada con GPS, radar, DVD y teléfono, además de contar con 9 habitaciones, ocho de ellas dobles.