Así es, casi cualquier objeto o rincón de la Tierra que uno pueda recordar ha sido fotografiado y archivado en las páginas de Photaki, una web malagueña, en 12 idiomas, que alberga 320.000 fotos, aunque cada día se suman al invento de 3.000 a 4.000 instantáneas de todo el mundo.

El responsable de esta aventura es Pablo Blanes, de 32 años, un malagueño que ya a los 17 salía con su cámara «analógica», con funda de cuero, siguiendo las enseñanzas de su padre, el también fotógrafo Pepe Ponce.

«Ya con 21 años tenía una idea de lo que quería hacer y empecé a hacer bocetos con el primer Photoshop», cuenta. Nacía entonces, primero Málaga Imagen y luego Andalucía Imagen. «Compré el dominio y estuve cinco o seis años, hasta que empezó el problema porque me preguntaban si podían ser fotos de fuera de Andalucía», explica.

Hace un año nació Photaki, una página mucho más amplia que ha multiplicado por diez, en sólo estos últimos doce meses, el volumen de fotos. «Nosotros sólo somos intermediarios, esta es una página para comprar y vender fotos y nos llevamos una comisión», detalla.

La página tiene dos modalidades de venta, la primera es el microstock, por la que las fotos tienen un precio muy reducido, pero la comisión del fotógrafo va subiendo a medida que suben las descargas. En muchos casos, se trata de fotografías comerciales de temas muy generales.

De este sistema sabe mucho el norteamericano Yuri Arcus, el fotógrafo que más fotos vende en el mundo por microstock, y que es uno de los clientes de Photaki.

La otra modalidad, el pago tradicional, con precios que van de 1 a 200 euros, son las fotos poco conocidas, asuntos no comerciales o esas fotografías que el profesional tiene que hacer expresamente acudiendo a ese lugar o ese día determinado.

Entre las fotos antiguas que tiene la web malagueña se encuentra una instantánea en color del Castillo de Santa Catalina, cuando sólo era una fortaleza o el primer día del parque de atracciones Tívoli.

En total, la página cuenta con unos 5.500 fotógrafos, además de agencias. Entre los profesionales malagueños, Pablo Blanes habla de un fotógrafo de la calle de la Victoria que tiene en su haber innumerables fotos de pueblos y fiestas de Andalucía.

De la oportunidad de hacer una foto en el mejor momento habla el propio Pablo Blanes, que por supuesto está en la plana de fotógrafos. «Iba a inaugurarse la estación del AVE, hice fotos y me las compraron y salieron en muchas revistas», cuenta. Algo parecido le ocurrió cuando ofreció fotografías del Museo Picasso, que estaba a punto de ser inaugurado.

En la actualidad, en la empresa trabajan cuatro personas, más colaboradores en Hispanoamérica que se encargan de validar, documentar y publicar las fotos que se reciben, «además de ver si hay algún problema con la propiedad intelectual o industrial».

Para convertirse en uno de los fotógrafos de Photaki, además de mayor de edad y cámara digital, hay que enviar 10 fotografías, «y si seis de ellas son buenas, entran», indica Pablo Blanes, que aprovecha para animar a los fotógrafos malagueños a medir su trabajo en esta página.

Beneficios en plena crisis

En el presente año y aunque la crisis se nota, la web malagueña ha aumentado sus beneficios con respecto al año pasado y como curiosidad, en el último mes ha tenido dos millones de visitas (de internautas únicos).

Además, la seguridad es una de las principales preocupaciones de la empresa, de ahí que a diario hagan varias copias, que guardan en puntos de España y también en Francia, donde se encuentra el servidor.

Para Pablo Blanes, España tiene en este campo un retraso de siete u ocho años con respecto a los países anglosajones. «Los americanos e ingleses son los que van por delante de todo, y eso que todos tenemos las mismas tecnologías y el acceso a internet», concluye.

En todo caso, la fórmula de Photaki resulta rentable, señala, con unos precios muy asequibles y comisiones más altas para los fotógrafos, de ahí que puedan competir incluso con una empresa parecida cuyo dueño es un tal Bill Gates. Pablo Blanes confía en que el negocio siga mejorando, eso sí, con una continua actualización. En internet el tiempo pasa tan rápido como el clic de una cámara.