La responsable de esta feliz aventura gastronómica en la Victoria fue, sin saberlo, la banda de música de la Maestranza una tarde de toros de 1985: interpretó el pasodoble Nerva y le llegó al alma al hostelero malagueño Agustín Fernández, gran entendido taurino, que decidió bautizar con este nombre su negocio, que este año celebra sus bodas de plata en Cristo de la Epidemia, 55.

Fotografías dedicadas de toreros pueblan este bar cafetería en el que el rabo de toro es uno de los platos que, por su calidad, reciben el simbólico aplauso del respetable, sean o no taurinos.

Pero sería dejar la historia a medias si se dijera que este bar –que se divide entre clientela fija y clientela dispuesto a ser fija– únicamente nació de un momento musical.

Como destacan los hijos de Agustín, Antonio y Joaquín Fernández, su padre se inició en la hostelería con sólo 12 años, hacia 1963, trabajando en el negocio familiar, también en Cristo de la Epidemia, del bar El Caracol, que hoy día llevan los primos.

«Y desde entonces no ha trabajado en otra cosa que no sea la hostelería, con un leve paréntesis como taxista», explica Antonio. En 1986 decide independizarse y con la ayuda de su mujer Joaquina y toda la familia nace Nerva, sucediendo en ese mismo sitio a otro bar que no había tenido mucho éxito. «Mi padre me recuerda que cuando decidió quedarse con esto la gente se echaba las manos en la cabeza», indica Antonio. El bar Nerva, además, se levanta sobre los terrenos del antiguo cine Excelsior, que cerró sus puertas en 1969 (una foto del cine se encuentra en el establecimiento).

Antonio Fernández, que estudió en la Escuela de Hostelería de La Cónsula, destaca que la cocina en Nerva siempre ha sido «desde el principio, honesta, es decir tremendamente auténtica». «Mi padre siempre nos ha transmitido el trabajo y valores como el respeto por el cliente», añade su hermano Joaquín.

Con esta mezcla de buena cocina, atención al cliente y precios populares, el establecimiento capea el temporal de la crisis con unos 350 ó 400 desayunos servidos al día y lleno en los almuerzos, con menú de 10 euros y una carta en la que además del rabo de toro, relucen platos como el gazpachuelo de los viernes, porra con tacos de jamón de Guijuelo, callos con garbanzos, bacalao confitado sobre crema de patatas y verduras salteadas, calamar relleno de marisco con salsa de almendras, chuletillas de lechazo castellano-leonés y de postre, especialidades como el bienmesabe de almendras o la leche frita con helado de turrón.

«Es la autenticidad de la cocina con el valor añadido del querer hacer las cosas bien hechas», resume Antonio, de 32 años, que dejó los estudios para ayudar en el negocio familiar durante otra crisis económica, la de los 90 y superada esta con éxito, tiene hoy en la zona una vinoteca gastronómica, así que es su hermano Joaquín quien ayuda a su padre. «Cuando se fue mi hermano dejó una línea que he querido mantener, tengo dos maestros, mi hermano y mi padre», resume.

En la pasada Feria de Málaga, el bar cafetería de Cristo de la Epidemia ha recuperado las tertulias taurinas de radio que ya celebraba cerca de una década atrás.

Entre sus clientes más conocidos destacan Manuel Alcántara, Nuria Fergó y Eugenio Chicano –el establecimiento luce un cartel del artista, conmemorativo de los 15 años de La Cónsula-. En Nerva, 25 años no son nada, y la gastronomía malagueña se despliega, como siempre, con trabajo y torería.