El próximo 31 de marzo se certificará la defunción, por abandono, de la fábrica de ladrillos de Salyt. Una de las últimas industrias de Málaga, que ha alimentado de material de construcción a la provincia durante 70 años, cerrará sus puertas definitivamente. Los siete últimos empleados están a la espera de que llegue la fecha que confirmará su despido y el cese formal de la actividad, aunque de hecho hace dos años que no se fabrica nada.

El final de Salyt llega apenas dos años y medio después de que la empresa, el Ayuntamiento y los empleados llegaran a un acuerdo por unanimidad en el que se comprometían a mantener los 20 puesto de trabajo que había en ese momento y en que Promálaga ayudaría a que continuara la actividad productiva.

El camino al cierre

Eso fue a finales de 2008. Pocos meses después se inició un ERE temporal de un año en la fábrica, que condenó a los trabajadores a dejar la producción. «El patio estaba lleno de stock que se ha ido vendiendo en este tiempo y ya no queda nada», explica Diego Rodríguez, uno de los últimos empleados de la planta y que junto a Salvador Morilla son los dos únicos que trabajaban en la fábrica, ya que los cinco restantes pertenecen al departamento administrativo.

El ERE temporal de un año se amplió a un segundo el pasado año. Mientras, poco a poco, la empresa fue extinguiendo los contratos de cada uno de ellos. El próximo 31 de marzo se marchará el resto. Significará el final de la fábrica, que ha tenido que rechazar encargos de material en los últimos meses «porque llevamos dos años sin producir y el stock que estaba almacenado ya se ha vendido», apunta Salvador Morilla, quien recalca que la empresa prevé que la antigua fábrica de ladrillos se convertirá en un espacio para almacenaje y depósito de material.

«Es una pena porque todavía hay mucha materia prima para mantener la fábrica y la maquinaria está en perfecto estado», insiste Salvador Morilla.

Su historia

La fábrica se abrió a la producción de ladrillos en los años 40, en un yacimiento arcilloso junto a la ronda de Málaga, cerca de Granja de Suárez. Durante los últimos años ha pertenecido a las empresas Miramar y Edipsa, que se ha nutrido de su producción para sus realizar sus promociones inmobiliarias, además de vender material a otras empresas.

El final de Salyt llega pese al compromiso de mantener la actividad industrial en esta zona. Este acuerdo se alcanzó tras un intento fallido por recalificar la parcela de 34.000 metros cuadrados para uso comercial y trasladar la fábrica a un terreno junto al PTA. El Ayuntamiento estuvo inicialmente a favor de este cambio de actividad siempre que se continuará con la producción en la nueva ubicación. Sin embargo, finalmente se llegó al acuerdo de continuar donde está en la actualidad y no incluir la recalificación en la revisión del PGOU. El resultado ha sido el discreto final de la actividad.