Si las cifras de una manifestación suelen variar, según quiénes las calculen, hay un hecho incontrovertible: Cuando la cabecera de la marcha entraba ayer hacia las 20.30 por la calle Larios con grandes palmadas y música, todavía había personas que se incorporaban a la manifestación a la altura del Ayuntamiento.

Más de 25.000 ó 9.000 personas son las dos cifras de participantes que manejan los organizadores de la marcha y la Policía Local, respectivamente. En todo caso, para los manifestantes consultados por este periódico, la de ayer fue la concentración más numerosa de las cuatro convocadas hasta la fecha.

«Democracia Real Ya. No al pacto del euro», rezaba la pancarta de cabecera, que salió hacia las 19.15 del Ayuntamiento con destino la plaza de la Constitución. Abundancia de jóvenes pero también niños subidos a los hombros de sus padres, cuarentones y jubilados llegados de toda la provincia. En cuanto a los nombrados perroflautas, el único que dio fe de ser exactamente eso fue un perro de raza paseado por su dueña con una flauta al cuello.

Benito, que sujetaba la pancarta de cabecera, de 69 años, no quiso perderse esta cita a pesar de tener una seria enfermedad. «He venido por solidaridad, porque estoy preocupado por el mundo de mierda que vamos a dejar a los pobres jóvenes», comenta, al tiempo que lanza esta pregunta: «¿Cómo va a cotizar una criatura de 25 años durante 38 años a base de contratos temporales?».

Antes de ponerse en marcha, las consignas llamaron a la calma: «No vamos a caer en provocaciones, vamos a demostrar que no nos van a quitar nuestra dignidad y que podemos hacerlo con alegría», señaló un organizador megáfono en mano.

La manifestación fue durante todo el recorrido festiva y pacífica y sólo se rompió unos segundos para dejar paso –con enorme rapidez– a una ambulancia a la altura de la Cortina del Muelle.

«Tengo 3 carreras, 5 másters y hablo 4 idiomas. Dame argo», rezaba un cartel portado por una estudiante con un birrete de cartón.

«Me sobra mes a fin de sueldo», decía otro cartel, mientras otro más abogaba por más educación y menos telebasura. «Inyectémosles escrúpulos no dinero», mostraba otro manifestante.

El pintor Segundo Castro, exdirigente vecinal del barrio de la Luz, uno de los manifestantes, declaró a este diario que «las consignas que veo son por las que siempre he luchado».

Una bandera constitucional en la primera parte de la marcha y un par de banderas republicanas a la mitad también expresaron lo declarado por otro manifestante: «Aquí hay gente de todas las ideologías, aunque quizás haya menos de derechas», apuntó.

A la altura de la plaza de la Marina se produce una primera sentada. Una señora de pelo blanco y de unos 75 años se sienta el bordillo de la glorieta del marqués de Larios. Toma el micrófono un jubilado que consigue levantar el aplauso de los congregantes. «He estado trabajando 15 años en Suecia, hay que respetar a los inmigrantes y tratarlos bien porque son nuestros hermanos», señala.

Francisco Leal y Antonio Rodríguez, dirigentes vecinales, se muestran satisfechos con la marcha de la concentración y recuerdan que en El Palo «hay una gran desigualdad y mucho paro y hace 35 años que no se hacen viviendas sociales».

La entrada en la calle Larios viene precedida por música de flamenco y un zapateado simbólico delante del Banco de Santander, objeto de las iras de algunos manifestantes. Antes de abarrotar la plaza de la Constitución y parte de la calle Larios, una última sentada. La de ayer fue una acción de protesta pacífica de miles de personas que ven que no hay futuro para ellos y que su horizonte laboral se presenta o imposible o precario sin fecha de caducidad.