«¿Esto que es, un mercadillo?», preguntó ayer una mujer a media mañana en la plaza de la Constitución. Ajena a lo que ha acontecido en el último mes, la señora era testigo –sin saberlo– de la recogida de la acampada de los indignados de Málaga.

Ayer, la plataforma «Democracia Real Ya» de Málaga cumplió con su palabra. El 8 de junio acordó abandonar su emplazamiento, la plaza de la Constitución, tal día como ayer y, así fue.

Empezaba la vida en la ciudad cuando la conocida acampada malagueña empezaba a desmantelarse en una frenética recogida. Recuerdos y objetos que les han ayudado a vivir allí durante estos 36 días donde, además de exigir un sistema política más igualitario, se han hecho amigos.

Eran las 8 de la mañana y la «plaza de la Libertad», como ellos la han llamado, empezaba a tornar a su aspecto original. Las tiendas de campaña, mesas, sillas y colchones que durante estos días han permitido a estos indignados vivir al aire libre, empezaban a acumularse y a trasladarse a locales cercanos y a la Casa de Colores. Acababan de empezar cuando pasó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. Poco después, hacia las 8.30 horas, los operarios de un camión de limpieza se acercaron a preguntar cuánto les quedaba para, así ellos, rematar la faena.

Uno de estos jóvenes, Rafa Palomo, explicó ayer a este periódico que, mientras recogían, no podía evitar sentirse invadidos de nostalgia. «Todos recordamos el primer día... las luchas con Limasa que llegaba con la manguera...», recordaba risueño. «Ha sido el mes más intenso de mi vida».

A su vez, aseguró que se han creado lazos que ya nadie podrá romper. «Han surgido varios romances, nos hemos conocido personas que de otro modo no nos habríamos conocido», indicó.

Por su parte, José Manuel Salado, del equipo de coordinación general, señaló que, pese a abandonar la acampada, la plaza de la Constitución seguirá siendo su lugar de encuentro. «Vamos a hacer asambleas a las 20 horas los miércoles y los domingos, además de actividades y talleres todos los días», señaló.

Asimismo, indicó que la actividad del movimiento en la ciudad no va a decaer sino que, al contrario, se va a reforzar aún más. «Vamos a ir a los barrios, a hablar con los vecinos, porque no todo el mundo ha podido venir al Centro y conocer nuestras propuestas», apuntó. De momento, las asambleas de barrio se están celebrando en las plazas más conocidas de cada distrito, si bien es cierto que esperan poder celebrarlas en el futuro en lugares públicos, como bibliotecas.

En cuanto a la manifestación del domingo, que en Málaga contó con más de diez mil personas, aseguraron sentirse orgullosos. «Ayer me emocioné, fue una respuesta que no esperábamos». «No hubo incidentes, fue una marcha claramente pacífica y cívica», dijo.

Por su parte, Pepi Gallegos, de la comisión de Cultura, mostraba un planning con las actividades que llevarán a cabo desde hoy. A lo largo de la semana habrá distintas comisiones de género, de barrios, de pueblos, de intercambio de idiomas y de investigación social.

En la plaza de la Constitución se respiraban ayer, por una parte tristeza, y por otra, alivio. La primera, de aquellos que estos días han convivido y se han sentido como una gran familia. Por otra, la tranquilidad de quienes exigían que se desmantelase la acampada por suciedad o ruidos.

De un modo u otro, ayer no fue más que el principio. El inicio de una revolución que, aseguran, ha pasado de las protestas a la acción.

Marcha a pie a Madrid desde el día 25

Los indignados de toda España pretenden tomar la capital el próximo 17 de julio. Llegarán a pie desde todos los puntos del país para exigir los cambios que piensan que necesita nuestro sistema político y la democracia.

El recorrido desde Málaga comenzará el 25 de julio, y pasará por Granada, Jaén, Castilla La Mancha y Ciudad Real. Esta especie de Camino de Santiago pretende celebrar asambleas en todos los pueblos por los que se pase para hacerles partícipes de este movimiento y recabar sus opiniones para que sean escuchadas por todos. En definitiva, quieren predicar con las ideas del movimiento que inspiró la manifestación del 15-M, celebrada una semana antes de las elecciones locales y que a lo largo de todo este tiempo ha recabado tantos ánimos como críticas.