Los atentados protagonizados por el islamismo radical el 11-M en los trenes de Madrid supuso un punto de inflexión a nivel europeo que obligó a poner en marcha un dispositivo psicológico sin precedentes para ayudar a los familiares de las doscientas víctimas mortales que se registraron, además de a la gran cantidad de heridos.

Así lo reconoció ayer Fernando Muñoz, el director de Intervención Psicológica Especializada (IPSE), quien fue el responsable del dispositivo de asistencia urgente del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid en los atentados del 11-M, y que participó ayer en el curso de verano sobre Situaciones de Emergencia que desarrolla estos días la Universidad de Málaga en Ronda.

A juicio de este especialista en catástrofes, lo más duro que vivieron los profesionales tras los atentados fue el sufrimiento que experimentaron las personas que habían perdido a un ser querido en la masacre. Es por ello que aquellos días «nos tienen que servir como un ejercicio de lecciones aprendidas para poder desarrollar programas específicos y eficaces de asistencia».

Una de las conclusiones más interesantes que se han sacado, por ejemplo, es que cuando se produce un siniestro con un elevado número de víctimas, como el de Madrid donde hubo 200 fallecidos, en las siguientes cuatro o cinco horas van a aparecer por cada uno de los fallecidos entre cinco y seis familiares a los que habrá que atender de las reacciones propias de un duelo.

De esta forma, los psicólogos tienen que estar preparados, de manera inmediata, para prestar sus servicios a algo más de 1.000 familiares.

Para ello se ha establecido un protocolo que pasa inicialmente, según precisó Muñoz, por explorar y controlar de forma precisa el estado del familiar. Posteriormente, los psicólogos se encargarán de limitar las posibilidades de conducta de riesgo que puedan presentar y que están asociadas a la pérdida de un ser querido.

En tercer lugar hay que ayudarle a manejar las situaciones que se va a encontrar a partir de ese momento, como son el reconocimiento del cadáver de su padre, esposa o hijo, su estancia en el tanatorio y su regreso a casa.

Finalmente, se facilita un programa de seguimiento a medida para cada caso.

Y es que no es lo mismo, por ejemplo, perder a un ser querido que ha fallecido de una manera traumática o violenta, por un homicidio o un asesinato, o a alguien que ha muerto de manera natural. También se sufre de manera distinta la pérdida de un menor, que si por el contrario se trata de una persona de avanzada edad. «El proceso de dolor va a ser diferente», puntualizó el especialista.

En este sentido, Muñoz precisó ayer en su ponencia en el ciclo de Emergencias que España cuenta con psicólogos bien formados y preparados para actuar en grandes catástrofes.

El dato

Cursos de Verano en MarbellaLiteratura, sanidad o movilidad, entre los nuevos cursos

Ayer se presentaron en Marbella los IV Cursos de Verano de la UMA, que se celebrarán del 25 al 29 de julio sobre «Erotismo y poder en la literatura hispanoamericana del XX», «Movilidad y educación», «Andalucía Tech y el sector sanitario» y «Emprender desde la Universidad».