Cambian los tiempos, cambian los modelos. Los hoteles más exigentes de la Costa del Sol se han visto obligados en los últimos años a adaptar su funcionamiento a parámetros que hasta hace muy poco parecían reservados a exposiciones universales. El medioambiente es uno de ellos, especialmente en lo que respecta al consumo de energía. El Hotel Polynesia, por ejemplo, cuenta con placas solares y aplica un mecanismo que regula el gasto, incluida la iluminación, en función de la necesidad de los clientes y el número de habitaciones ocupadas. Además, emplea sistemas de reciclaje de recursos en aspectos tan indispensables para el día a día como el enfriamiento o calentamiento del agua.

La maquinaria del complejo, al igual que ocurre en las grandes cadenas de hoteles, ha inspirado incluso la creación de un departamento de calidad y medio ambiente, cuyo trabajo consiste en verificar que todos los procesos que pone en marcha a diario el establecimiento cumplen con los requisitos de calidad. Su responsable, Sonia Santos, indica que el servicio se dedica a tramitar las reclamaciones y quejas, evaluar el nivel de satisfacción de los clientes, que se mide semanalmente a través de encuestas directas, y notificar las incidencias para idear métodos de corrección y prevención. Los datos, en lo que respecta al medio ambiente, también son extraordinarios. El Polynesia, por ejemplo, retira a diario 3.000 toallas de cada tipo. La recomendación de ahorro, que ya ilustra la mayoría de las habitaciones, es aceptada por ahora con mucho mayor entusiasmo por los turistas extranjeros. «En España todavía falta concienciación de todos», resalta.