Datos esperanzadores. La incidencia del cáncer de piel en la población se ha estabilizado durante los últimos tres años, registrándose un crecimiento de un uno por ciento frente al siete por ciento alcanzado en 2008. Así lo afirmó ayer el jefe de servicio del Hospital Clínico Universitario de Málaga, Enrique Herrera, quien atribuyó esta situación a la existencia de una mayor sensibilización en cuanto a la importancia de la aplicación de fotoprotectores en las horas de exposición al sol. No obstante, sí se ha apreciado una necesidad de incidir aún más en niños y varones, a los que «les cuesta más» ponerse crema solar que a las mujeres, «que están más educadas» en esta costumbre.

«Es de vital importancia que las familias fomenten el uso de los fotoprotectores, ya que si se evitan las quemaduras desde la infancia se evita de forma considerable la aparición de cáncer de piel», indicó Herrera.

Existen dos tipos de cáncer de piel: el melanoma (o tumor pigmentado) y el carcinoma (tumor no pigmentado). Dentro de este último, los que se dan con mayor frecuencia son el basocelular, que está más directamente relacionado con el sol y que registra una prevalencia de 84,9 casos anuales por cada 100.000 habitantes; y el espinocelular, cuya incidencia es más frecuente entre la población, con 18,9 casos al año por cada 100.000 habitantes.

El cáncer de piel cuya detección es más frecuente es el melanoma, ya que al ser un tumor pigmentado resulta más sencillo identificar cuando un lunar es asimétrico, sus bordes son irregulares o cambia de tamaño o color. Este tipo de tumores se desarrollan más en las mujeres «posiblemente debido a factores hormonales o a que suelen exponerse de forma esporádica al sol».

«Hay que consultar al médico cuando una lesión no pigmentada crece, se expande, se escama o sangra», señaló Herrera, quien aclaró que estas lesiones cutáneas aparecen más en personas que viven en zonas rurales, «quizá por un problema sociocultural», pues tienden a «despreocuparse más de los cambios que experimenta su piel». «Hemos tenido casos de personas que han llegado al dermatólogo con 8 o 9 años de evolución, cuando la solución ya es más complicada».

Por otra parte, hizo alusión a la dicotomía existente hoy día sobre el beneficio de usar protectores solares, dado que al parecer la vitamina D3, fundamental para el organismo, disminuye por el uso de los fotoprotectores, lo que provocaría importantes problemas óseos. Así, actualmente, los expertos investigan si realmente merece la pena usar los fotoprotectores para evitar el cáncer de piel o si, por el contrario, es mejor su uso para disminuir las incidencias de cáncer de piel que es más nocivo. En este sentido, según Herrera, la solución podría ser compatibilizar el uso de fotoprotectores con el consumo de vitamina D por vía oral, aunque de momento se desconoce cuál sería la dosis que debería tomar el paciente.

Cabinas de bronceado

Sin embargo, pese a que parece que las mujeres son más responsables en cuanto al uso de crema solar, son ellas las que acuden a las famosas cabinas de bronceado. El jefe de servicio del Hospital Clínico Universitario de Málaga alerta del peligro que supone el empleo de estas cabinas, que multiplican por seis la posibilidad de padecer cáncer de piel. «Estas cabinas irradian rayos ultravioleta A con una intensidad cuatro veces superior a la exposición al sol durante cuatro días en el mes de junio en las horas centrales», concluyó.