La provincia de Málaga es una tierra con encanto para disfrutarla desde el aire. Mar y montaña se unen en unos pocos metros y los kilómetros de costa hacen que un paseo por las nubes se convierta en un deleite para cualquiera. Así, en épocas de bonanza económica, cuando casi no se escatimaba en placeres especialmente vacacionales, el sector de la aviación civil contaba con una importante demanda. Y no sólo para realizar rutas turísticas o para que aquellos con alma de piloto pudieran darse el gusto de tener los mandas por unas horas. También existía una gran demanda para realizar vuelos de negocios, también conocidos como aerotaxis.

Pero hoy día, cuando el azote de la crisis toca todos los sectores, sumado al disparatado precio del combustible y al encarecimiento de las tasas en los aeródromos está dejando las avionetas en tierra durante mucho más tiempo y la aviación privada ha experimentado una caída de la demanda, tanto turística como de negocios, aunque no tanto en esta última. Así lo indican las empresas del sector de la provincia de Málaga que, aunque varían en sus porcentajes del descenso de servicios demandados, coinciden en que «en este último año ha bajado considerablemente el alquiler de avionetas». Además, incluso los pilotos aficionados y socios de los aeroclubs aseguran «tener que pensárselo dos veces» antes de lanzarse a esa aventura que es más económica, por el precio del vuelo, que aeronáutica. Aunque también hay quienes lo siguen haciendo con una frecuencia relativa.

En el caso del Real Aeroclub de Málaga se ha visto cómo en el último año ha descendido en un 50% tanto el alquiler de avionetas como la gente que decide obtener el carné de piloto. El jefe de escuela Ignacio Gil, explica que también han caído los vuelos de divulgación. «Además de verse afectado por la crisis, este sector cuenta cada vez con más competencia, por lo que se ha dosificado más la demanda», indica. En cambio, la compañía One Air, que opera desde el aeropuerto de Málaga, asegura que esta «mínima caída en el sector» se debe a que se recortan algunas horas de vuelo al año, ya que los clientes no están dispuestos a hacer frente a los gastos extra de combustible y tasas más caras. Así, dice haber experimentado «un descenso mínimo en el número de alquileres de horas de vuelo, entre el 5 y el 10%».

Los negocios, por las nubes

El número de vuelos que se realizan por aerotaxi no ha disminuido y se mantiene respecto a años anteriores debido a que el cliente que contrata este tipo de servicios no se ve afectado por la crisis de igual manera, según afirma la empresa One Air.

Así, las empresas más pudientes siguen usando sus aviones privados para realizar sus traslados. Sin embargo, aseguran, «realizar vuelos de negocios se han trasladado de pequeños jets privados a primeras clases y business class de grandes aerolíneas, eliminando ciertos costes de alquileres de jets privados con unos costes más altos».

De esta forma, las empresas privadas aseguran que este tipo de usuario «da valor al tiempo de espera, que son 15 minutos frente a dos o tres horas de la aviación comercial», además de una reducción en otros gastos como son las pernoctaciones, con frecuencia obligadas en la aviación comercial. «Es dar valor a la posibilidad de aterrizar en el aeropuerto más cercano al lugar de destino o la posibilidad de tratar temas privados durante el vuelo: tener la oficina en las nubes. Optimizar el tiempo de ocio y negocio, llegar antes y más cerca al destino, significa rentabilidad», explican.

Pero las clases de pilotaje para obtener el carné no han corrido la misma suerte que los vuelos de negocios , y muchos tienen que conformarse con llevar la afición por dentro al no poder permitirse el coste de la instrucción. Si los que ya tienen el título se lo piensan antes de despegar, muchos que tienen el gusanillo de volar directamente ni se plantean apuntarse al curso para obtenerlo.

Otros que ya tienen la licencia y deben renovarla atestiguando un mínimo de horas de vuelo, lo dejan estar porque el dinero no les alcanza. Muchos de los que ya la tienen caducada y deberían hacer un cursillo específico para volver a obtenerla, pasan de castigar otra vez sus bolsillos.

Lo confirma Ignacio Gil, que añade la fala de financiación de los bancos como otro de los problemas con los que se encuentran aquellos que quieren hacerse pilotos. Además, asegura que el Real Aeroclub, que cuenta con 220 socios, se mantiene con la ayuda de los mismos, ya que «hay una falta total de apoyo de las administraciones».