Siete de la mañana del lunes. Uno de los vigilantes de la empresa de seguridad que se encarga de custodiar de lunes a viernes el depósito de Sanidad Exterior en el puerto de Málaga inicia su jornada y se encuentra con la puerta violentada. La cerradura de bombín no había puesto mucha resistencia y el interior de la nave estaba revuelto. Todos los sistemas de seguridad estaban inutilizados. La cámara acorazada, el lugar en el que se guarda toda la droga intervenida por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para su análisis y custodia antes de ser destruida, ha sido asaltada. Los autores del robo usaron lanzas térmicas que dejaron el acero a la altura de la mantequilla. Entre el desorden, esparcidas por el suelo, hay pequeñas bolsas que parecen contener cocaína.

El vigilante vuelve corriendo al puesto de la Guardia Civil en el que ha recogido las llaves de la nave para dar la voz de alarma. Minutos después, un ejército de agentes de la Policía Nacional acordona la zona y comienzan la investigación de uno de los robos más importantes y espectaculares que se han producido nunca en Málaga. La Policía Científica radiografía cada centímetro mientras la noticia cae como una bomba en las principales instituciones de la capital. Pronto ocupa la atención de todos los medios nacionales.

Desde el primer momento se habla de la sustracción de cientos de kilos de cocaína, pero la policía pide calma hasta que el personal de Sanidad Exterior finalice el inventario. Por ahora son 300 kilos de droga en polvo. Pocas horas después de conocerse el robo localizan una furgoneta parcialmente calcinada en el polígono de La Huertecilla y los investigadores la asocian con el golpe. Incluso se baraja la posibilidad de que el vehículo hubiese estado en el interior de la nave durante el robo.

Las primeras pesquisas se centran en saber qué ha pasado con los sistemas de seguridad. La alarma ha sido anulada al completo. Los doce detectores sísmicos colocados en las paredes de la cámara, que sirven para registrar vibraciones o intentos de perforaciones en la misma, y otros diez detectores de movimiento son meros adornos. Los agentes buscan información en la empresa de seguridad. Las siete cámaras interiores y cinco exteriores con las que cuenta el depósito tampoco funcionaron. El puesto de la Guardia Civil cercano que recibe las imágenes en tiempo real perdió la señal la madrugada del sábado. Los agentes comunicaron la anomalía que finalmente fue catalogada como un corte de suministro eléctrico.

El Sindicato Unificado de Policía y la Asociación Unificada de Guardias Civiles denuncian el miércoles que estos agentes habían advertido de «la inoperatividad casi permanente» de las cámaras de videovigilancia en varias ocasiones y que la única respuesta obtenida fue: «El lunes ya irá el técnico».

El Gobierno rompe su silencio el viernes a través del Subdelegado, Hilario López Luna, con un sorprendente discurso. Dice que la droga robada no se había destruido al no haber llegado la autorización judicial solicitada y añade que la Subdelegación no ha recibido nunca, ni por parte de la Guardia Civil, ni por parte de la empresa de seguridad reclamaciones sobre la seguridad del depósito.

Al presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), Lorenzo del Río, le extrañaron las palabras de López Luna y respondió al instante: «La ley obliga a destruir la droga inmediatamente después de intervenir la droga y obtener sus muestras», e insta a cumplir «a la mayor brevedad» esa exigencia legal. «No se pueden desplazar ahora las responsabilidades que puede haber de una Administración a la Judicatura», concluyó el presidente del alto tribunal andaluz.

El ADN de la cocaína robada

El ADN de la cocaína robada

Uno de los primeros pasos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es analizar la droga que intervienen en sus operaciones contra el narcotráfico. Aunque esos análisis no tienen validez ante la justicia, sí tendrán una importancia en futuras investigaciones y para las bases de datos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Como en el caso del robo de cocaína del pasado fin de semana, cuya composición tuvo que ser analizada por el cuerpo que la intervino. Esos análisis de pureza y características de la droga dan una enorme cantidad de información con la que los investigadores dibujan el mapamundi de la distribución de la droga. Según un investigador de la comisaría provincial de Málaga, los análisis de la cocaína ofrecen datos muy precisos sobre su pureza, cristalización, sustancias de corte y otras características con las que se determina desde el país de origen de la droga, pasando por el cártel que inicia su distribución hasta los últimos eslabones de la cadena. «Desde que la droga se cocina pasa por muchísimas manos. Cada narco por el que pasa la cocaína le saca su tajada a la mercancía cortándola con otras sustancias», explica el agente. Todo ese proceso deja un rastro que finalmente aparece en los laboratorios hasta el punto de que la policía puede deducir que partidas intervenidas en Málaga y Bilbao tienen una misma procedencia. Este proceso podrá repetirse si la policía interviene próximamente algo de la droga sustraída en la capital, ya que en teoría ya debe estar circulando por la calle. Si eso pasa, los investigadores tendrán una importantísima prueba que les podría hacer llegar hasta los autores del robo del pasado fin de semana.