A pesar de los problemas de espacio, el servicio de urgencias del Hospital Carlos Haya consiguió rebajar el número de reclamaciones presentadas por los pacientes durante el pasado año, que, a fecha del 31 de noviembre, acumulaba 155 quejas, la mayoría relacionadas con la comodidad o el trato dispensado por los profesionales.

Los datos, aportados por Guillermo Quesada, jefe de servicio de cuidados críticos y urgencias, reflejan una reducción del 25 por ciento respecto a 2010. Un descenso que se complementa con el registrado en la cifra de expedientes relativos a daños patrimoniales -aquellos en los que el paciente entiende que se han vulnerado sus derechos- que han pasado de 27 a 14. «Una queja siempre hay que interpretarla como una oportunidad de mejora», razona.

Muchas de las reclamaciones se relacionan con el que se ha convertido en una de las principales debilidades del complejo, la falta de intimidad. Las relativas al tiempo de espera, han bajado, asimismo, un 21 por ciento. También destacan, según el doctor Quesada, las reclamaciones en las que el paciente cree que no ha sido atendido como debía. «En ocasiones se exigen pruebas que el equipo médico considera que no son pertinentes», excusa.

Atenciones no urgentes

El pasado ejercicio, los cuatro servicios de urgencias del complejo Carlos Haya-Civil, hospital general y Materno -que se divide entre maternidad y pediatría- asistieron alrededor de 327.000 emergencias. De ellas, 298.000, cerca del 70 por ciento, se corresponden con dolencias menores o de escasa entidad, de las que los especialistas señalan que se podían haber atendido a otro nivel, en los centros de salud, fundamentalmente. Las falsas emergencias, que tanto critican los sanitarios e, incluso, los representantes sindicales.

De acuerdo con el responsable del área, este tipo de urgencias no graves no se refiere a procesos o síntomas difíciles de discernir, sino, en su mayoría, a casos en los que resulta patente y objetiva la levedad . «No se le puede exigir a los pacientes que sepan de medicina, eso es muy distinto», aclara.

Los tiempos de respuesta, en numerosas ocasiones criticados por sindicatos y usuarios, se situaron en el ejercicio anterior en promedios que, aclara el Carlos Haya, varían radicalmente en función de la urgencia real de cada caso. Así, el 86 por ciento de los leves fue evaluado en un plazo no superior a los 60 minutos. Eso no significa que saliera del hospital en ese periodo, sino que fue atendido a un primer nivel por un médico, el encargado de determinar la gravedad.

Según Guillermo Quesada, el número de urgencias que se atienden en el complejo hospitalario se mantuvo el pasado año estable, con un volumen que arroja una media de alrededor de 900 al día (más de seiscientas menores, si se atiende a la proporción del 70 por ciento).

En el periodo navideño, que en términos administrativos se cifra entre el 15 de diciembre y el 10 de enero, se atendieron a 6.500 personas entre los pabellones del Civil y del Carlos Haya, lo que significa medio millar más que en el mismo periodo de 2010.

Entre enero y diciembre, se computaron 175.660 urgencias entre ambos servicios, lo que significa una subida del 1,77 por ciento.