Cerca de mil páginas ocupa este paseo por 20 siglos de actuaciones en Málaga, en el que se dan la mano la erudición y la documentación pero también la amenidad, que no hace mutis por el foro. Una obra de un escritor con cerca de 40 títulos a sus espaldas.

No es esta una reedición de dos libros sino una reelaboración y ampliación, casi un trabajo nuevo.

La obra está reelaborada y el contexto general es lo que hace que sea una obra nueva. Por ejemplo, el primer capítulo sobre el Tetro Romano no estaba en los libros anteriores.

Por su tamaño, ¿qué importancia tuvo para la ciudad de Malaca el Teatro Romano?

Una gran importancia. Viendo qué clase de ciudad era y por el propio aforo del teatro, era uno de los más exquisitos del Imperio y eso demuestra la calidad de ciudad que era.

Lo que no está muy claro es por qué cayó en el olvido en el siglo III d. C.

Todo lo romano empieza a perderse a partir del siglo III, en el IV es ya de liquidación por derribo y en el V el vestigio romano es mínimo. Aquí se supone que el paso del tiempo y el desinterés de la población por el fenómeno teatral produjeron esto y llega un momento en que con la llegada de los árabes, que no le dan importancia al teatro, para ellos es una ruina y se le pierde la pista. Cuando pasan un par de siglo o tres nadie sabe qué había ahí y la suerte es que en el año 1951 volvió a aparecer.

El teatro entre los musulmanes sería pues marginal.

Las noticias que tenemos es que había disputas palaciegas, el teatro era una suerte de lucimiento personal y desde luego no con vistas al populacho. El teatro no entraba en sus esquemas.

Llama la atención, tras los Reyes Católicos, una fiesta llamada del Obispillo, que se celebraba en la Catedral, con un niño del coro investido de obispo y los cargos catedralicios obedeciéndole.

Ahí sí hay intencionalidad dramática, es un cambio de papeles durante un día del año, en el que el que obedece manda y el que manda obedece. Se puede imaginar la gracia que le haría a los obispos y las autoridades eclesiásticas la prohibieron muchas veces. Eso se ha mantenido, con variantes, con los seises de Sevilla, aunque ahí prima más lo musical que lo teatral.

En los siglos XVI y XVII tenemos a una orden religiosa, los Hermanos de la Caridad, llevando un corral de comedias.

Es que era su medio de subsistencia, evitaba al cabildo sufragar ese gasto y los frailes lo veían como una cosa no dañina para el espíritu. El corral de comedias estaba anexo al hospital de los frailes y lo más seguro es que el corral fuera descubierto.

El libro dedica mucho espacio a actores, actrices y empresarios, entre estos últimos, José Antonio de San Millán, que levantó en 1793 el teatro Cómico, futuro Teatro Principal.

Es un buscavidas que estuvo 25 años de juicio y se arruinó. El legajo del Archivo Histórico sobre el pleito es el doble de grueso del libro y la verdad es que lo trascribí a mano porque me pareció que ese documento lo tenía que tener en mi casa.

El Principal duró como cine desde el año 1916 hasta los años 60 y nos queda el recuerdo del callejero: la plaza del Teatro y la calle Comedias.

En el libro expongo el fenómeno del desplazamiento del Centro y de hecho, la historia del Teatro en Málaga va paralela con el sentido del centro que va teniendo la ciudad. El corral de comedias está al lado de la Catedral porque en los siglos XVI y XVII ese era el centro. Después se desplaza a la plaza del Teatro, que era el centro de la ciudad y luego a la plaza de la Merced a mediados del XIX otro centro de Málaga. Y ya, en el siglo XX, aunque se van manteniendo esos pequeños reductos ya tira nuevamente al centro por la parte del Teatro Lara frente al Hospital Noble y posteriormente el Teatro Alameda. Por tanto el teatro principal de la ciudad siempre ha estado unido a la idea de centro que el malagueño ha tenido.

En el siglo XIX, al incendiarse el Teatro Príncipe Alfonso se construye en 1870 el Cervantes en el mismo solar. ¿Qué impacto tuvo en la ciudad?

La revolución de 1868 trae el descalabro total y lo que me asombra es cómo es posible que en dos años y poco se pudiera hacer un edificio como el Teatro Cervantes. En cuanto a lo que supuso, tiene una lectura más política. El teatro es una bandera de la sociedad que lo mima. A partir del último cuarto de siglo el Cervantes verdaderamente representa a la burguesía malagueña y logró desplazar al público del Teatro Principal.

Habla además de una edad de oro del teatro entre 1890 y 1900. ¿Por qué se produce?

A partir de 1878 con la filoxera decae la economía y hay una respuesta ciudadana que no quiere perder también el teatro. Unido al propio decurso del tiempo, el síndrome finisecular, nada más comenzar el siglo XX hay seis teatros en Málaga, aunque sea flor de un día porque el que verdaderamente resiste es el Cervantes y un poco el Principal.

¿Qué supuso para el teatro malagueño la aparición a finales del XIX de algo tan novedoso como el cine?.

El cine aparece a final del siglo y por supuesto que incide en el público como una novedad pero hay que tener en cuenta que, como fenómeno creativo, los primeros 30 años del cine son teatro. El cine es teatro filmado, el cambio llegará con el sonoro en los años 30, cuando llega su mayoría de edad. Para mí es el mismo teatro del siglo XIX pero con una técnica nueva. Por eso el libro acaba en 1931.