Cada año, especialmente en verano, cruzamos los dedos porque no suceda, pero en esto de los incendios, en Málaga, parece que no hay piedad. En menos de medio año la provincia ha sufrido tres grandes incendios que han acabado con más de 1.500 hectáreas de vegetación forestal.

Todos los focos informativos se centran en las llamas desde el primer momento pero, una vez que se extinguen, dejan lugar a una tarea que conlleva planificación, conocimiento pero, sobre todo, paciencia y tiempo. Lo que toca tras un incendio es tratar de recuperar la zona quemada para que pueda volver a crecer la vegetación en el monte.

Valentín Ortiz es jefe del servicio de gestión del medio natural en nuestra provincia y conoce perfectamente las zonas quemadas de estos tres últimos incendios. En consecuencia, sabe los procedimientos que se tienen que seguir para resurgir de sus cenizas las zonas afectadas.

De esta manera, Ortiz y su equipo delimitan desde el primer momento la actuación en una zona afectada por un incendio y trazan la estrategia que hay que seguir dependiendo de la virulencia del fenómeno. El objetivo primordial: recuperar el suelo para que vuelva a crecer la vegetación.

«Son planes que dependerán mucho de cómo reaccione la tierra y las especies vegetales al propio incendio. Tratamos de favorecer la autoregeneración, pero si no hay más remedio porque ésta no llega, replantamos», explica el técnico de la Junta.

Y es que replantar una hectárea requiere una inversión, aproximadamente, de algo más de 3.000 euros por hectárea, según Ortiz. De hecho, ayer la Diputación de Málaga anunció que, en el caso del último incidente ocurrido en la serranía de Ronda, destinará un total de 600.000 euros para tal efecto. El plan se centrará en una zona de 150 hectáreas, de las 750 afectadas en total, y cuyas tareas de plantación se tendrán que hacer de forma artesanal. Y es que, como indicaba anteriormente Valentín Ortiz, el paso de maquinaria por los terrenos incendiados es lo que menos le conviene en estos momentos a la tierra.

«El plan está concebido para reforestar unas 150 hectáreas, que son las que han quedado totalmente arrasadas por el incendio. Se trata de un proyecto a medio plazo, ya que se requiere que durante un año el terreno se estabilice y se pueda ver hasta qué punto ha sido aceptado y a partir del año se empezará a producir la reforestación del terreno. El motivo de esperar este plazo es porque el suelo quemado es muy sensible a su degradación», remarcó ayer el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, en una reunión con los alcaldes de los cuatro municipios afectados por el incendio.

El máximo responsable del ente supramunicipal pidió también responsabilidad a las personas que se dedican a la quema de restos agrícolas, «ya que parece que fue la causa del incendio. Hay que ser responsables en este tipo de prácticas y la administración competente (refiriéndose a la Junta de Andalucía), debería replantearse la quema, en qué momentos se debe realizar y en qué lugares».

Limpieza. No obstante, las actuaciones no llegarán hasta que se limpie la zona y se despeje de toda la materia muerta, como indicó el propio Bendodo. Lo mismo ocurre en los otros dos grandes incendios ocurridos durante el pasado año: el de los Montes de Málaga y el de la Sierra de Mijas.

De nuevo, el responsable de la reforestación de los incendios que ocurren en la provincia de Málaga en la Junta de Andalucía, Valentín Ortiz, calcula que será a finales de esta primavera cuando se puedan comprobar los primeros resultados en sendos accidentes forestales.

«En el de Málaga afectó, principalmente a matorrales; éstos son más resistentes al fuego y, por suerte, tampoco hizo mucho daño gracias a la actuación de los bomberos. En el de Mijas, en cambio, salvo los alcornoques, que toleran mejor el fuego por su corteza, que es muy gruesa, la flora alcanzada por las llamas tiene muy difícil sobrevivir porque, además, las altas temperaturas ahondaron aún más en el problema», reconoce el especialista.

Pendientes del suelo. Para ello, el Ayuntamiento de Mijas, que posee dos viveros de especies autóctonas, como las encinas o el alcornoque, prepara ya, por si fuera necesario, nuevas especies para replantar a la espera de la evolución de las más de 700 hectáreas de monte que ardieron el pasado mes de septiembre.

«En marzo pondremos en marcha nuestro programa de renta básica de inserción laboral que irá enfocado, en su mayor parte, a tareas de limpieza de maleza y material quemado para, si procede, plantar nuevas especies. Aún no sabemos si se podrá pero, por si acaso, ya lo tenemos todo preparado para replantar encinas, alcornoques, acebuches y otros muchos arbustos autóctonos», explica la concejala de Medio Ambiente mijeña, Carmen Márquez.

La experiencia les dice que no es posible poner fechas ni tiempo a la regeneración total de un bosque. Aunque, el tiempo medio de crecimiento y desarrollo de algunas especies como el alcornoque, supera los quince años.

«Pero nada de eso es posible si antes no se ha recuperado el suelo. Lo prioritario es recuperarlo y, para ello, hay que hacer obras hidrológicas para evitar que las correntías produzcan la erosión de la tierra y sus propiedades para hacer crecer la vegetación», apunta Ortiz.

Un punto, el de hacer obras hidráulicas, en el que difieren los ecologistas. Rafael Yus es miembro de Ecologistas en Acción Málaga y asegura que el hecho de hacer diques o albarradas no ayuda a recuperar el ecosistema.

«Para asentar el terreno, lo mejor es dejarlo estar y favorecer, en primer lugar, el desarrollo de arbustos y matorrales que fijan mucho mejor el terreno que cualquier tipo de presa», incide el ecologista que, además, señala que la maquinaria que se usa para crear este tipo de construcciones levanta el terreno.

Tanto es así, que el responsable provincial de la formación ecologista Equo, Javier de Luis, aboga por que «cuanto menos personas vayan a las tareas de limpieza o reforestación mejor, porque así no se levanta tanto el terreno y se perjudica a la flora del entorno. Al levantarlo, se endurece el humus y, por tanto, tendrá más dificultades para que crezcan en ella árboles o matorrales».

De Luis critica, igualmente de forma muy dura, las políticas de reforestación de las distintas administraciones públicas. «Las reforestaciones de los últimos años no han dado, para nada, buenos resultados. En lugar de asegurar la tierra con arbustos y plantas bajas autóctonas, compran árboles y los plantan sobre unos terrenos que, por culpa del fuego y, posteriormente, por las malas acciones de las tareas de reforestación, han perdido su vigencia», dice.

Por eso, el representante de la nueva formación política apuesta por otro tipo de políticas regeneradores de la masa forestal afectada por los incendios.

«En Europa y algunas partes de Castilla León, ya se ha puesto en práctica un método que consiste en lanzar semillas desde el aire en zonas afectadas por incendios. Mientras, aquí, como hemos venido haciendo las cosas, el éxito de las acciones de recuperación que se iniciaron hace años están teniendo un éxito prácticamente nulo», critica.

Por su parte, Rafael Yus insiste en la idoneidad de plantar, únicamente, especies autóctonas y no especies invasoras. Una práctica que ha sido muy habitual, según los ecologistas, por parte de las autoridades de Medio Ambiente de los entes públicos.

«Con tal de ver resultados a corto plazo, los responsables de los planes de reforestación de hace años se declinaron por sembrar especies, como el pino, que tienen un crecimiento más rápido. Y éso no es bueno, porque, lejos de recuperar el terreno, hacen un daño terrible al mismo acabando con cualquier posibilidad de regeneración», espeta el representante de Ecologistas en Acción.

Los ecologistas concluyen diciendo que las administraciones públicas tienen que centrarse en atacar las causas que ocasionan los incendios.