Las obras que en la actualidad se realizan en un edificio de estilo modernista en el 44 de la avenida del Pintor Sorolla y el 71 del paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso han motivado la reciente presentación ante la Gerencia de Urbanismo de una solicitud de suspensión de la licencia de obra otorgada por el Ayuntamiento, por «infracción muy grave» de la ordenación urbanística.

El escrito resalta que las obras han causado la pérdida de la «fachada Oeste» del edificio, sustituido por un «nuevo bloque rectangular», así como la desaparición «del ático exento que existía anteriormente en el centro del edificio».

El abogado malagueño que ha pedido la suspensión argumenta en su escrito que las obras autorizadas por Urbanismo «hacen desaparecer las características por las que se protegió el edificio». A este respecto el actual PGOU ha elevado la protección arquitectónica de la vivienda hasta el grado I, aunque la licencia municipal se otorgó cuando todavía estaba vigente el PGOU del 97 y tenía el grado II (sólo obliga a conservar algunos elementos del edificio o su tipología) de ahí que la solicitud de suspensión considere una «contradicción» de la Gerencia que eleve el grado de protección, «al tiempo que autoriza su demolición parcial y la nueva construcción que desvirtúa por completo la singularidad del edificio protegido».

«Somos conscientes de que esto no va a provocar nada más que el derecho al pataleo, pero eso es lo que queremos, porque la gente que pasa por la avenida está viendo que una casa singular, con el consentimiento del Ayuntamiento, se está convirtiendo en otra casa y los que viven en Bellavista dicen ahora que no ven el mar y que les han colocado un mamotreto», indicó un portavoz del bufete.

Respuesta del Ayuntamiento. Urbanismo, por mediación del concejal Diego Maldonado, informó a este diario de que el nuevo PGOU, que modifica la catalogación del edificio, «no es de aplicación por ser su aprobación definitiva posterior a la fecha de concesión de la licencia».

Además, destacó que por los condicionantes «importantes» de la parcela, el departamento de Planeamiento estableció unas pautas «que la propiedad ha cumplido», planteando la edificación «como un cuerpo adosado pero independiente del edificio protegido y sin ocultar la fachada posterior».

Por último, subrayó que la obra no agota la edificabilidad permitida y que por todos estos datos la Gerencia desestimaba la petición de suspender la licencia municipal.

La Opinión se puso en contacto ayer con fuentes de la propiedad que informaron de que las obras en la vivienda, construida en 1920 y propiedad de la misma familia desde 1940, «han respetado totalmente la fachada, con sus huecos», con la única novedad del edificio anexo y el cierre parcial de una terraza, «porque por delante se deja la terraza para que se vea como en el original».

Las mismas fuentes resaltaron el esfuerzo por conservar un edificio «que se caía a pedazos», reforzando los muros de carga con vigas de hierro. «Nos hemos ajustado a lo que Urbanismo ha dicho», señalaron y añadieron que la casa volverá a tener las molduras decorativas de la fachada.

También negaron que las obras resten vistas a los vecinos: «Lo que las tapa es el ficus de Bellavista», y resaltaron la eliminación de un ficus de la parcela que quitaba las vistas a una casa vecina.

Por último, Antonio Martínez, arquitecto de la obra, recordó que la normativa permitía «añadir una planta más» -algo que no se hizo- y que la fachada delantera mantendrá «la forma de zigurat». También informó de que el edificio anexo será de ladrillo negro para diferenciarlo con claridad del edificio modernista, de color blanco.