En el manual del buen sindicalista, si es que alguien lo escribió, debe leerse que un día soleado es ideal para lanzar a la calle una protesta. Y eso es lo que ocurrió ayer en la manifestación convocada por CCOO y UGT para contestar en la calle la enésima reforma de nuestro mercado laboral, ésta vez de un Gobierno del PP, que según las centrales es «injusta, inútil e ineficaz» y sólo facilita el despido libre. Otra vez hubo baile de cifras, aunque la asistencia fue, a primer golpe de vista, nutrida. Y este año, además, hay que añadirle a la protesta un poco de especia electoral, ésa que sólo se degusta en campaña: dirigentes del PSOE e IU estuvieron en la manifestación para decir que no al nuevo texto; incluso se vio al PA. Bueno, más bien a sus banderas, porque a sus dirigentes pocos los han visto. La conclusión es evidente: el PP le ha regalado a sus oponentes en las andaluzas el mejor caballo de batalla posible. Y todavía no se conocen los presupuestos.

Al frente de la manifestación estaban, como siempre, los líderes de CCOO y UGT en Málaga, el siempre combativo Antonio Herrera y Manuel Ferrer. El primero ve la reforma del PP directamente como un ataque contra la Constitución, y vislumbra en ella un deje «del ordeno y mando» de tiempos pretéritos más grises. El texto «se instala en el conflicto y enfrenta a los mayores con los jóvenes en la búsqueda de empleo, a los parados que tienen prestación con quienes no la tienen y pone en jaque la sanidad y educación públicas». Por eso se hace la huelga general el día 29 de marzo, aunque aún «hay tiempo de evitar el conflicto con un diálogo sereno que permita un gran pacto por el empleo». Ferrer fue más directo: «Estamos otra vez en la calle para decirle al Gobierno que se está equivocando».

Cuando la marea se estiró a lo largo de la Alameda de Colón para entrar en la Alameda y enfilar la calle Larios, se pudo ver a varios dirigentes socialistas: el consejero de Turismo, Luciano Alonso; el secretario provincial del PSOE, Miguel Ángel Heredia; María Gámez, líder del grupo municipal, o a Susana Radío, delegada de la Junta de Andalucía en Málaga.

El PSOE es consciente de que una de sus grandes oportunidades de plantar cara al PP es precisamente la reforma y en ello se están empleando para evitar que el 25 de marzo, en las andaluzas, caiga uno de los últimos bastiones de poder que le quedan en la España autonómica. Alonso fue muy claro: «Es el mayor atentado contra los trabajadores que se ha hecho en la historia de la democracia. Es una autovía para sacar a la gente del empleo, me parece tremendo que se quiera aparcar la negociación colectiva y se pueda despedir con esa facilidad».

El PP ha acusado de incoherencia al PSOE por protestar por esta reforma cuando los socialistas aprobaron una parecida, lo que Alonso contesta así: «Que se comparen y verá cómo no existía ninguno de los agravios que afectan a la Constitución». Heredia, por su parte, asegura que la reforma «hipoteca el futuro de los jóvenes malagueños, se ofrece un contrato a un año, hay despido libre... Es una reforma con la que no va a haber más empleo, sino más paro». E insiste en que no hay incoherencia: «Cualquier persona sensata que haya leído la reforma puede analizar la diferencia que hay; el PSOE hizo la reforma para generar empleo; ésta está dirigida a facilitar el despido gratuito, y a bajar un 20% la calidad de vida».

El presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, por su parte, calificó de «sonrojante» que «los que han sido los responsables de los cinco millones de parados en España y del más del millón y medio en Andalucía con sus políticas nefastas sean ahora los que se pongan tras las pancartas».

En otra pancarta, dirigentes de IU, el diputado Alberto Garzón, entre ellos, muy cerca del coordinador provincial, José Antonio Castro: «Es un ataque durísimo con recortes muy graves a los derechos de los trabajadores; el Gobierno debe rectificar». En su opinión, el PP «está jugando con fuego al criminalizar la huelga».

Caretas de Mariano Rajoy enjugaban el sudor de muchos, mientras la pancarta principal dejaba clara la idea de la manifestación: «No a la reforma laboral impuesta por el PP». Y volvió a haber disparidad en los datos: la Policía Local asegura que el recorrido fue seguido por 8.000 personas, mientras que los sindicatos contaron 50.000. En cualquier caso, la fluencia fue numerosa, y más en campaña, donde se pudo ver a un grupo de militantes del PA. Al final de la concentración, ya en la plaza de la Constitución, y tras los discursos, se guardó un minuto de silencio por las víctimas del 11 de marzo.