¿Ve sostenible el actual sistema de prestaciones o habría que replantearlo?

Las prestaciones por desempleo, como las pensiones o la sanidad, se financian con las cotizaciones de empresarios y trabajadores a la Seguridad Social. Es evidente que si los cotizantes disminuyen, el nivel de todas las prestaciones se resiente. No es un tema nuevo. Se viene especulando desde hace tiempo con la posible quiebra del sistema dado el envejecimiento de la población y el aumento de los gastos sanitarios. El Pacto de Toledo pretendía garantizar esa estabilidad. Sin embargo, si admitimos que la recuperación de los niveles aceptables de empleo se puede demorar en el tiempo (algunos hablan de 10 años), podría ser necesario un replanteamiento del Pacto. El retraso en la edad de jubilación, el estímulo a los planes privados de pensiones, el copago sanitario, o la modificación de las prestaciones al desempleo son elementos a discutir . En cualquier caso, la solución menos traumática pasa por crear empleo y, por tanto, aumentar cotizantes.

Algunos creen que el actual método desincentiva al desempleado, que sólo empieza a buscar trabajo cuando va a acabar la prestación.

La prestación garantiza la renta de los que han perdido su puesto de trabajo y permite que la búsqueda de un nuevo empleo adecuado se haga con las garantías suficientes. Ahora bien, uno de los principios básicos de la Economía es que los individuos responden a los incentivos y el sentido común nos indica que un sistema muy generoso de prestaciones no anima a la búsqueda activa de trabajo. En el caso de España, las prestaciones están por encima de la media de la OCDE. Pero el dato oculta la grave segmentación que padece el mercado de trabajo español entre indefinidos y temporales. De hecho, si consideramos sólo los trabajadores temporales vemos que los derechos que han podido acumular y su grado de protección es menor a la media de la OCDE e, incluso, inferior a la de los Estados Unidos que no se caracteriza por tener un sistema de protección al desempleo muy generoso. Es un error generalizar en este asunto.

¿Entonces?

Si se quiere animar la búsqueda activa de empleo existen mecanismos que se han ensayado con éxito. Por ejemplo, en Alemania se estableció que los parados, en función de su contribución anterior, tendrían derecho a una prestación de entre seis meses y un año. A partir de entonces sólo reciben un pago asistencial que varía con el nivel de renta y que sufre penalizaciones en caso de que no demuestre que está buscando activamente trabajo.

Lo que se gasta en desempleo, ¿podría tener una salida mas productiva dedicándolo a inversiones como infraestructuras?

En Economía, las preguntas del tipo «qué pasaría si» son difíciles de responder. Las prestaciones por desempleo son un buen estabilizador automático, es decir permiten mantener la demanda (el consumo) de la población en las crisis y, en consecuencia, pueden convertirse en un estímulo para la producción. El consumo se mantiene, las empresas venden sus producciones y, finalmente, mantienen sus puestos de trabajo. En este sentido, las prestaciones por desempleo también son productivas.

¿Conoce si en otros países europeos la prestación se abona con otros criterios?

He comentado el caso de Alemania. En todos los países las prestaciones varían en función de dos parámetros: su duración y el porcentaje respecto al salario del trabajador. A partir de ahí la casuística es muy elevada. Entre los países menos generosos están, por poner ejemplos, Turquía y el Reino Unido, y entre los más generosos Francia, Dinamarca o Portugal.

¿Cómo valora la reforma laboral? ¿Existe el riesgo de que el empresario abuse del despido?

Las reformas ni crean ni destruyen puestos de trabajo, sólo facilitan el ajuste entre la oferta y la demanda de trabajo. Desde mi punto de vista, se ha perdido una buena oportunidad para establecer un contrato único y para suprimir los contratos temporales que desincentivan la formación, generan inestabilidad laboral y obstaculizan el acceso de los jóvenes a empleos con proyección profesional. También es conveniente recordar que el empresario es un agente que responde, como todos, a los incentivos que recibe. No debemos suponer, por principio, que está interesado en despedir a los trabajadores. Su objetivo es que su empresa sea rentable y, para ello, decidirá contratar, mantener o despedir. Tampoco hay que olvidar que para una empresa un trabajador que acumula muchos años de experiencia es muy valioso. En consecuencia, no creo que al empresario le interese abusar del despido. Su interés es ser competitivo y eso no es incompatible con mantener una plantilla estable y motivada. Todo lo contrario.