El lujo no cierra por huelga. Los hoteles de Marbella no perdieron estrellas ayer, pero sí a buena parte de su plantilla. El establecimiento con menor número de empleados fue el Don Pepe, que gestiona la cadena Meliá. Un 65% de sus trabajadores secundaron el paro convocado por los sindicatos, según la dirección del hotel. Un 95%, de acuerdo con los propios manifestantes.

Si un jueves cualquiera de marzo funciona con 100 trabajadores, ayer eran muchos menos, explicó a este diario su director, Saad Azzam. La mayoría de los huelguistas estaban fuera, en la puerta del hotel. «Hoy apenas han entrado cinco o seis trabajadores. Casi todos son jefes de departamento. Hay ocho», explicaron.

El hotel mantiene ocupadas 90 de sus más de 200 habitaciones. Azzam reconoció el gran esfuerzo hecho por parte de los encargados y los trabajadores que no secundaron la huelga. El objetivo era que los huéspedes ni siquiera notaran que se trataba de una jornada «especial» en la calidad de los servicios prestados. Aunque a todos se les informó de la situación de huelga general. El trabajo mereció la pena, pero los clientes, en su mayoría extranjeros, notaron que el hotel no estaba a pleno rendimiento.

La piscina estaba abierta, pero sin socorrista, de acuerdo con los trabajadores consultados por La Opinión de Málaga. De los tres restaurantes que ofrece el establecimiento, sólo abrieron dos además del club de playa, indicó el director. «Pero la mayoría han comido de bufé», completaron los trabajadores consultados.

La limpieza de las habitaciones no se recortó. Las camareras no dejaron de cambiar toallas, sábanas y botes de gel y champú. Lo que no fue tan esmerado fue el servicio de habitaciones. Si normalmente el personal visita las recámaras dos o tres veces al día, ayer lo hicieron sólo una.

Clientes satisfechos. Los consumidores de Marbella no tuvieron ayer grandes problemas para ejercer su función como tal, es decir, consumir. No sólo abrieron todos los hoteles y demás alojamientos, sino la gran mayoría de los restaurantes y bares. Especialmente los situados en las zonas céntricas de la ciudad, menos afectadas por la huelga que las barriadas más populosas.

El centro comercial de La Cañada cerró algo más de un hora para evitar la entrada de los piquetes. Apenas cinco comercios de los más de 280 que ofrece este complejo tenían la persiana bajada. El resto de los negocios permanecía abierto y con clientes en su interior.

En torno a la una de la tarde ya estaban disueltos los piquetes, por lo que la normalidad llegó a los negocios de la localidad durante la tarde. La mayoría abrió y respetó su horario habitual de tarde, según pudo comprobar este periódico.

Los turistas extranjeros, ajenos a los movimientos sindicales, hicieron fotos de las manifestaciones como si se tratara de una atracción más.