No existe un patrón matemático para medir la adicción al trabajo, que depende, en gran medida, de la falta de capacidad para desconectar y el usufructo que se hace de las horas de ocio. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera preocupante exceder las 50 horas semanales. Un umbral al que muchos españoles se han visto obligados a aproximarse en los últimos años como consecuencia de la crisis. Las plantillas se han comprimido y, además, irrumpe el fantasma del miedo al futuro.

La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Laborales, liderada por Ignacio Buqueras, lleva años intentando trasladar a las administraciones españolas la importancia de configurar un nuevo tipo de jornada laboral, más relacionada con las costumbres del resto del continente.

En España, de acuerdo con el colectivo, se trabaja más horas, pero se produce menos que en otras naciones de Europa. La comisión critica, además, la pervivencia de una conducta empresarial y laboral perversa, en la que se premia al trabajador que permanece en su puesto, aunque eso no se traduzca en fertilidad.