Las cofradías de Málaga tienen su vestigio en el cementerio de San Miguel. De hecho, fueron las encargadas de su cerramiento a principios del siglo XIX, cuando el Ayuntamiento de la capital tenía problemas de liquidez y el recinto aún no disponía de una cerca que lo protegiera, a pesar de que se utilizaba para inhumaciones desde 1804. Éstas y otras historias fueron las que se contaron ayer en una visita guiada. La entidad organizadora, Cultopía, dará a conocer a los malagueños el papel de estas instituciones y el testigo que muchas han dejado en la necrópolis en forma de panteón. Así lo explicó su responsable, María del Mar Rubio. El cerramiento del camposanto se consiguió mediante el levantamiento de nichos en sus muros, que en su cara exterior lograba este objetivo. El primero fue levantado por la Cofradía de la Soledad de Viñeros, en 1821, al que se unió un año más tarde el de la Aurora del Espíritu Santo, continuando los de otras hermandades como Llagas y Columna, Concepción Dolorosa y Oración del Huerto.