Hacia las 11.30 de la mañana del domingo 16 de diciembre del año 1900, el buque escuela prusiano Gneisenau, en medio de un fortísimo temporal, se estrelló contra el dique de Levante del Puerto de Málaga. Murieron 41 miembros de la tripulación, incluido su capitán Karl Kretschmann, sobre el que recayeron todas las culpas por su supuesta testarudez, al desoír las recomendaciones de las autoridades malagueñas de que refugiara el barco en el puerto.

Jaime Noguera, director malagueño, aunque nacido en Suecia hace 35 años, ha querido indagar sobre esta tragedia. Después de cuatro años de trabajo el resultado es un documental de 20 minutos titulado El Puente de los Alemanes, en recuerdo del puente sufragado por cuestación popular por los alemanes en 1909 en agradecimiento por el auxilio de los malagueños a los marineros supervivientes.

Curiosamente, el primer documental de este malagueño también tuvo como protagonista y título un barco extranjero fondeado en Málaga: Ysumrud, un barco ruso camino de la guerra ruso-japonesa de 1905 que arribó a la ciudad en plena Feria de Agosto.

El documental sobre la Gneisenau, aparte de la vertiente comercial por su entronque con Alemania, explica el director, tiene una vertiente personal: «Mi bisabuelo, Antonio Noguera, fue uno de tantos malagueños que se acercó a echar una mano, me imagino que a las propias rocas», cuenta.

Antes de la grabación y la escritura del guión, tuvo lugar la fase que más le gusta, la documentación y para ello ha rastreado los archivos malagueños como el Archivo Municipal, el Legado Temboury y el Archivo Díaz de Escovar (no así el archivo de la Comandancia de Marina, del que todavía espera una respuesta), así como el Museo Naval de Madrid y el archivo Álvaro de Bazán. Pero también ha viajado a Alemania para seguir la estela de un buque escuela cuya denominación técnica varía mucho, dice, dependiendo del país: «Desde el punto de vista anglosajón es un crucero ligero, desde el alemán una corbeta de fragata y desde el español podría ser una fragata o una corbeta. Yo prefiero corbeta porque fue construida en la década de 1870 y llamarle fragata sería darle demasiada importancia al barco».

En su periplo alemán por ciudades como Kiel, Berlín, Wilhemshaven o Flensburgo, ha podido constatar la enorme repercusión que tuvo en Prusia el hundimiento del buque escuela y consultar con expertos de la marina naval de tiempos del káiser Guillermo II.

En Wilhemshaven pudo visitar la iglesia de la Guarnición que rinde homenaje a los marineros alemanes desaparecidos. Allí se encuentra una lápida de mármol con el nombre de los 41 fallecidos de la Gneisenau.

Aparte de certificar una vez más que no hubo muertos malagueños en el rescate, «lo que no quita ningún valor a lo que hicieron», la documentación y testimonios recabados en Alemania hacen que Jaime Noguera dude sobre la culpabilidad del capitán Karl Kretschmann. ¿No escuchó los consejos de las autoridades malagueñas? Esto es lo que responde el director: «Tengo mis dudas sobre si eso ocurrió, por la sencilla razón de que tengo todo el tráfico de telegramas entre la Comandancia de Marina, el barco y las autoridades de Málaga y no hay ninguno en el que aparezca ese aviso, ¿cómo es que el telegrama que es clave no está?», se pregunta.

La investigación en Alemania fundamenta el que, a su juicio, el barco tuviera «muy mala suerte, porque la decisión de salir fuera del puerto no era una mala decisión pues era un barco preparado para aguantar en alta mar, pero se le rompieron las dos anclas y fue arrastrado», cuenta.

Otra historia sostiene que la tragedia se produjo porque el capitán tardó tiempo en dar una orden a las calderas. A este respecto, un experto en la Marina del káiser le hizo notar que, según informes alemanes, «hubo un error de comunicación y cuando el capitán pregunta qué potencia tenemos y le dicen ´fünzehn´ (15) él entiende ´fünfzig´ (50), da la orden de salir y el barco sale sin potencia suficiente». El documental cuenta también la historia del marino y carnicero alemán que se casó con una malagueña y fueron padres del compositor Lehmberg Ruiz y la de esos marineros católicos que al ir a misa a la Catedral, porque la misa protestante se celebraba en el barco, se salvaron. Tantas historias que Jaime Noguera confiesa que «dan para montar un libro y una exposición... o dos». La Gneisenau sale a flote.