Eran otros tiempos, los últimos de una larga etapa de bonanza económica donde todos nos creíamos pequeños reyes Midas. Pero, aún sin avisar, la recesión económica estaba a la vuelta de la esquina. Era diciembre de 2006 el Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) del Ayuntamiento de Málaga realizó en el pabellón Martín Carpena un gran espectáculo para sortear 1.301 viviendas de protección oficial (VPO) en distintas promociones en la zona de Soliva. Más de 23.000 personas aspiraban a una vivienda; unas 3.000 asistieron al sorteo. Las casas fueron adjudicadas.

Pero enseguida llegó el año 2007 y con él los primeros zarpazos de la crisis; los bancos comenzaron a cerrar el grifo de las hipotecas y de los 1.300 adjudicatarios del sorteo en torno a 500 se quedaron sin poder obtener la casa al negarles el banco el dinero de la hipoteca.

Comenzó así un largo camino para los responsables del IMV de ir buscando aspirantes a comprar una vivienda que tuvieran el visto bueno del banco. Una larga carrera que aún no ha terminado y de la que todavía queda por recorrer un trecho, pues a fecha de hoy quedan 88 viviendas sin vender, cinco años y medio después de aquel sorteo de 2006 y, lo que es peor, habiendo agotado ya todas las listas de posibles aspirantes.

Para lograr compradores de las cerca de 500 viviendas que quedaron sin adjudicar, el IMV tiró del resto de los 23.000 aspirantes que se apuntaron al sorteo de diciembre de 2006. El dato siguiente es elocuente y lo dice todo por sí solo. De esa larguísima lista de 23.000 personas el IMV solo obtuvo algo más de 300 compradores y ello después de casi cinco años de trámites. Apenas esos pocos habían logrado vencer las exigencias del banco.

Así las cosas, en octubre de 2011, una vez agotado la lista de 23.000 aspirantes, el IMV había logrado vender 1.153 viviendas. Quedaban todavía 148.

Una nueva puerta se abría pues en mayo de 2010 se había puesto en marcha el Registro Municipal de Demandantes con cerca de 50.000 aspirantes a una vivienda. La ley impide llamarlos a todos. Se seleccionaron el doble de las viviendas ofertadas, es decir 296 aspirantes que reunían las condiciones.

Tampoco con ellos fue posible vender las 148 VPO que quedaban. Solo se vendieron 60.

Ahora la situación es esta: quedan todavía 88 viviendas por vender y se han agotado las dos listas de aspirantes con miles de solicitantes.

¿Qué hace ahora el IMV? Ofrecerle una de estas viviendas a quien esté dispuesto a conseguir la hipoteca del banco, con la única condición de que tiene que inscribirse en el Registro Municipal de Demandantes, algo que exige la ley.

La nueva situación la describía con frase muy gráfica un responsable del IMV: «Hemos pasado de quien quiere una vivienda a salir a buscar quien me compra una vivienda». Así están las cosas.