Fernando Ruiz Hierro hizo un discurso corto y emotivo; casi expeditivo, como era él sobre el campo. Y como vio que el protocolo vertebró ayer el acto del Día de Málaga, el primero con el PP en el Gobierno de la Diputación, quiso acordarse, tras aludir a los excelentísimos e ilustrísimos presentes, de que Vicente del Bosque, el seleccionador nacional que él nombró, es marqués. «Muchas gracias querido marqués», dijo textualmente, a lo que el salmantino respondió con una risa que encontró eco en un auditorio entregado.

La Cueva de Nerja se volcó con Del Bosque y con Hierro, quien, por cierto, estuvo arropado por Toni Grande, el segundo del seleccionador, y el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel Villar (viva el fúrbol).

Antes, Del Bosque hizo la loa de la figura de Hierro, un discurso que escapó al convencionalismo de estos actos y en el que igualó al veleño con futbolistas de la talla de Baressi o Beckenbauer, y recordó que Hierro tiene tres copas de Europa –o Champions League–: «Ya hemos visto lo difícil que es ganarlas», dijo con la complicidad del auditorio, que recordó cómo la víspera el Real Madrid cayó eliminado en semifinales por el Bayern. Hubo risas, y probablemente algún barcelonista infiltrado disfrutó de lo lindo. Con recochineo.

El marqués Del Bosque reinó en una concurrida cueva, e incluso destacó que Hierro ha jugado cuatro mundiales, no tres como constaba en el expediente de la Diputación. Catorce años en el Real Madrid y una polivalencia absoluta. Una música triunfal vehiculó el acto, al que asistió toda la Málaga política, de uno y otro signo: tirios, troyanos y espartanos. Además del presidente de la Diputación, Elías Bendodo, al que se le adivinaba a gusto en su papel de cicerone, se pudo ver a la diputada Celia Villalobos hablando animadamente con el parlamentario andaluz y eterno nazareno Antonio Garrido Moraga.

Las concejalas Mariví Romero y Gema del Corral, el alcalde de Torremolinos, Pedro Fernández Montes, el subdelegado del Gobierno, Jorge Hernández Mollar, y el regidor de Rincón de la Victoria, Francis Salado, también se dejaron ver, aunque el más risueño era Francisco Armijo, primera autoridad de Nerja. Todo el mundo estaba en su cueva, hasta el marqués Del Bosque. Los peperos ayer se reunieron para celebrar su fiesta, la primera al frente de la institución, lo que aprovechó Bendodo, que cada vez habla con un tono más pontifical, para reivindicar la política de contención del gasto usando, incluso, un eslogan del mayo francés: la imaginación al poder.

En la otra orilla, el secretario provincial socialista, Miguel Ángel Heredia, repartía sonrisas y abrazos. Y, por cierto, se fotografió hasta con el apuntador. La dulce derrota andaluza ha debido afectar al carácter del bonachón Heredia. El presidente del puerto y expresidente de la Diputación, Enrique Linde, bajaba las escaleras camino de la cavidad en la que se celebraba el acto hablando de lo frío de la cueva con Luis Vázquez Alfarache, también exresponsable del ente supramunicipal (PP).

Los alcaldes socialistas Francisco Muñoz (Torrox) y Adolfo Moreno (Periana) se movían nerviosos entre las sillas, mientras Marisa Bustinduy, vieja gloria de la política malagueña, recordaba quizás viejos tiempo que atrás quedaron. Remedios Martel, la última delegada del Gobierno de la Junta antes de las elecciones, y Susana Radío, su sustituta, danzaban al albur de los corrillos, aunque la segunda se coló en la rueda de prensa previa al acto con ganas de hablar, lo que finalmente reprimió.

Al final, los políticos asediaron a Del Bosque y a Hierro, que se hincharon a firmar camisetas del Málaga, la selección española y el Real Madrid. El marqués Del Bosque se fotografió con todos. Es lo que tiene la sangre azul.