El sedentarismo y los malos hábitos alimenticios son la causa principal de la obesidad. Algo más de la mitad de la población malagueña tiene sobrepeso, aunque la obesidad afecta al 20%. ¿Cuándo una persona es obesa? Cuando el índice de masa corporal es superior 30%, esto es, cuando existe ese porcentaje de grasa en el cuerpo. Lo que resulta cada vez más alarmante es el incremento de niños y adolescentes gordos, que en ningún caso son los más sanos, como tradicionalmente se ha creído. El 15% de los jóvenes es obeso y el 4% podría padecer diabetes de tipo 2, lo que ya se conoce clínicamente como diabesidad. Y esta preocupante tendencia, fruto muchas veces de la colonización alimentaria que sufre Málaga como otros muchos puntos del planeta, durará como mínimo hasta el año 2030, si no se actúa con cierta diligencia.

Uno de los objetivos de la Carta Malacitana es, precisamente, éste: reivindicar el patrimonio alimenticio malagueño como un recurso para aumentar la salud. Es, de hecho, el quinto punto del decálogo de esta asociación, que dice así: «La salud pública de los andaluces, afirmando su dimensión sociocultural, mejorará ostensiblemente en la medida en que se integre a la ciudadanía en la defensa y promoción de los principios alimentarios y modos de vida de la Dieta Mediterránea». Manuel Maeso es el director de esta asociación.

La Carta Malacitana nació hace ya tres años y medio, aunque el propio presidente admite que su actividad, hasta ahora, ha sido más bien «discreta y casi invisible». Se trata de una asociación sin ánimo de lucro que tiene la finalidad de divulgar, fomentar y promocionar el patrimonio cultural y gastronómico malagueño, y así poder contribuir al desarrollo de modos de vida y alimentación justos, responsables y respetuosos con el medio ambiente. Y todo ello, «para preservar, mejorar y mantener la salud de las personas en un mundo más saludable y sostenible».

Sin embargo, reducir la acción de la Carta Malacitana al ámbito de la salud sería desacertado. E injusto. Maeso indica que otros objetivos es reivindicar el patrimonio alimentario malagueño como un recurso no sólo de gastronomía o turístico, «sino como fuente de generación de empleo local, porque una de las reivindicaciones más firmes es la necesidad del desarrollo de los productos locales, ecológicos y artesanos». «Se habla mucho de la necesidad de construir un modelo productivo alternativo y pensamos que la gastronomía puede ser una fantástica solución», insiste.

La asociación entiende que la gastronomía es también patrimonio cultural. «Por eso pedimos a la Junta de Andalucía que proclame la cultura alimentaria como patrimonio cultural». La Diputación ya hizo una moción institucional el 3 de mayo de hace dos años. Esa misma moción de declaración institucional la hicieron también los ayuntamientos de Málaga, Vélez Málaga, Casabermeja o Almáchar. La Universidad también se unió a este reconocimiento de la gastronomía y de los productos malagueños.

La Carta fomenta el impulso y desarrollo de las producciones locales, ecológicas y artesanales, junto a la internacionalización del sector agroalimentario andaluz, ya que debe ser un objetivo estratégico prioritario de las políticas económicas de Andalucía.

Los integrantes de la Carta Malacitana, compuesta por José Gutiérrez Muñoz, Manuel Sánchez Vicioso, Jesús Moreno Gómez, Fernando Jiménez, Antonio Carrillo Ciudad, Carlos de Mesa Ruiz, Juan Domínguez, Ana Jorge Alonso y Marina Miranda, confían en que el desarrollo de los principios recogidos en el decálogo en el que se asienta la asociación puedan hacerse posible fraguando un gran pacto por la defensa y promoción de la cultura alimentaria andaluza.

Será necesaria la puesta en marcha de un ente específico, vertebrado en toda la geografía regional, que materialice los valores de consenso y coordinación política, garantice el mantenimiento de la diversidad de nuestra ancestral cultura gastronómica mediterránea e impulse el desarrollo de modos de vida y alimentación más sostenibles, más saludables y más justos que los actuales.