De Roca siempre se dijo que llegó a Marbella a finales de los ochenta y principios de los noventa a bordo de un Seat Panda, pero eso es algo que él ha negado en diversas comparecencias a lo largo del ya extensísimo juicio del caso Malaya. «Yo no llegué a Marbella en un Seat Panda, como dijo la policía en una ocasión». De hecho, según explicó, el ya traía dinero contante y sonante para invertir gracias a sus negocios inmobiliarios. Eso y el acierto en sus inversiones le permitieron multiplicar y ver crecer sus propiedades con una vigorosa salud de la que aún hoy sigue haciendo gala.