La pasada semana, con la ausencia de representantes políticos, la asociación de vecinos del Palo y la biblioteca municipal Emilio Prados del barrio, con la asistencia de la asociación cultural Amigos de la Barca de Jábega, conmemoraron el 50 aniversario de la muerte de Emilio Prados ante un panel de cerámica que reproduce su rostro en la plaza del Padre Ciganda, en las playas del Palo.

El panel –realizado por el distrito de Málaga Este en 1999– es, a juicio de la asociación de vecinos, una obra menor que «ni siquiera está catalogado entre los monumentos del edificio», destaca Santiago González, presidente de la asociación de vecinos del Palo. «Es un insulto al personaje», sostiene Francisco Leal, dirigente vecinal.

La admiración que en El Palo se tiene a Emilio Prados se debe a la labor desinteresada que el poeta malagueño, nacido en Málaga en 1899 y fallecido en el exilio mexicano en 1962, realizó en estas playas, en las que pasó muchos días hablando con los marengos y sus hijos y enseñándoles a leer.

«Vivía prácticamente más aquí que en Málaga y luego cuando venían sus amigos los poetas y publicaban sus obras en la revista Litoral –que él fundó con Manuel Altolaguirre– siempre los traía aquí al Palo y también se iba al Peñón del Cuervo, que era donde más le gustaba estar», recuerda Santiago González.

Por toda esta historia de generosidad y poesía, la asociación de vecinos del Palo ya ha propuesto al Ayuntamiento de Málaga que Emilio Prados cuente con un monumento más digno en la plaza del ancla, a la derecha del arroyo Gálica, en un parterre que mira al mar y la bahía de Málaga. «El monumento sería una piedra, un monolito con un ojo fenicio de bronce, cuenta Santiago González, que detalla que ya hay una cantera que donaría la piedra y el escultor encargado del ojo de fenicio, el que adorna las barcas de jábega, también lo haría de forma desinteresada.

«Oficiosamente el Ayuntamiento nos ha dicho que la instalación y el transporte costarían 10.000 euros», informa Santiago González, mientras Francisco Leal apunta que si hay problemas para reunir esa cantidad, «lo haremos por suscripción popular, como hicimos el busto del Niño de las Moras, porque el costo es muy pequeño».

Paseo de la Generación del 27. Además, la asociación propone que el paseo marítimo que va desde la plaza del ancla, junto al arroyo Gálica, y termina en el arroyo Jaboneros, lleve el nombre de Paseo de la Generación del 27, para recordar las visitas de Emilio Prados y sus famosos compañeros de vocación.

Y para evitar problemas con el callejero y las direcciones postales, los dirigentes vecinales quieren precisar que el nombre sólo se daría al paseo, a la acera de color rojo junto a la playa y que en la actualidad recorre toda la zona de arroyo a arroyo. «No habría problemas con el callejero, sólo habría que poner un letrero con el nombre del paseo», recalca Santiago González.

El presidente vecinal también apunta que el paseo de los poetas podría tener unas diez placas de cerámica con algunos poemas de los principales miembros de la Generación del 27. «Y más adelante se puede organizar una semana cultural de la Generación del 27 en la que participen los colegios del Palo, para darle una vertiente cultural», añade. De paso, en el deseo de los vecinos está el ofrecer una oferta distinta para este barrio que desde hace años aguarda la renovación y ampliación de su achacoso paseo marítimo. Mientras tanto, la poesía bien puede ayudar a revitalizar este rincón de Málaga.

Moreno todo el año por el sol y los baños de mar en El Palo, sonriente y dispuesto a enseñar a leer por pura generosidad, cuando Emilio Prados prepara en México la edición de sus poemas completos dedica el libro A Juan Matías, José Gabriel y Pedro de la Cruz, pescadores sin cielo, sin memoria, unos jóvenes paleños a los que enseñó a leer y a escribir. Ahora, El Palo quiere devolver al poeta este esfuerzo por mejorar las vidas de los más desfavorecidos.