El análisis de la lluvia diaria caída sobre la Península Ibérica en los últimos 54 años refleja, por primera vez con datos reales, que el interior está abocado a un proceso de aridez y el litoral al aumento de las precipitaciones torrenciales. Hasta la fecha, los escenarios climáticos basados en modelos numéricos apuntaban hacia esta tendencia, pero ahora científicos españoles han aportado una ingente cantidad de datos –extraídos del estudio de las precipitaciones diarias desde 1957– que «se acomodan» a ellos.

La directora de la Unidad Mixta del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CSIC) y la Universidad de Valencia, María José Estrela, dibuja el siguiente panorama: en la costa aumentarán las inundaciones debido a la mayor frecuencia de las lluvias torrenciales y el interior registrará un proceso de sequedad y una pérdida de recarga de acuíferos.

Según Estrela, que ha intervenido estos días en un congreso sobre cambios climáticos bruscos, organizado por el CISC, del estudio de la suma de todas las precipitaciones no se detectan cambios muy marcados, «tal vez ligeros descensos, no significativos».

Sin embargo, «sí se observan modificaciones importantes cuando se desagregan los datos y se analizan las precipitaciones dependiendo de su origen atlántico o mediterráneo».

Cuando solo se analiza la suma de lluvias, la tendencia en el litoral es de mantenimiento y de descenso en el interior de la Península Ibérica. Sin embargo, las cosas cambian cuando se analiza la génesis de las precipitaciones para la zona costera y el área del interior.

Así, los resultados del estudio reflejan que en la parte continental de la península «hay un descenso muy marcado de las borrascas atlánticas», con lo cual en el contexto global «estará abocada a una aridificación y a una pérdida de recarga de acuíferos».

Mientras que las precipitaciones de componente marítima en el interior se mantienen y las convectivas (tormentas) descienden de forma «muy importante», en la costa aumentan las precipitaciones de origen marítimo y la componente (borrasca) atlántica «pierde peso». La tendencia a una mayor torrencialidad e irregularidad del régimen pluviométrico se observa no solo en la Península Ibérica sino en toda la cuenca occidental mediterránea, lo que también es «acorde» con los escenarios climáticos, añade la profesora de la Universidad de Valencia.

En esta zona del mundo, el invierno suele ser suave y húmedo; la primavera húmeda; el verano seco y el otoño muy lluvioso y con carácter torrencial. De hecho, «algunos sectores de la cuenca occidental se encuentran en algunos de los puntos más torrenciales del mundo», apunta.

En líneas generales, no se vislumbra una tendencia «clara» en el Mediterráneo occidental, donde se producen «grandes diferencias por zonas». En el caso de la Península Ibérica, la falta de agua será mucho más pronunciada en el sur.

Según esta investigadora, la «extremización del clima se empieza a visualizar, estamos en esa línea», aunque aún quedan «muchas cuestiones en el aire».

Los últimos informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas, formado por miles de científicos, apuntan también al crecimiento de los días cálidos en la Península Ibérica, «superior al obtenido globalmente para todo el planeta».