Estreno de España en la Eurocopa, Fernando Alonso, Roland Garros, el terral, una pequeña protesta en la plaza de la Constitución... La celebración del Corpus Christi se presentaba ayer ante una formidable competencia que iba a medir su tirón popular y fidelidad a la principal procesión de la Iglesia. El resultado fue esperanzador. Pese a todo, hubo mucha gente en la calle, manteniendo la fidelidad a una cita que debe estar marcada en rojo en el calendario del cristiano.

El daño realizado durante años a esta festividad no se puede recuperar de la noche a la mañana. Queda mucho para que recupere el esplendor perdido y sí conservado en otras localidades. Quizá nunca se recupere, pero en el camino está la virtud y este año se han apreciado aspectos positivos que invitan a la esperanza. Que se frustre o se alimente, está en manos de otros. El público fue creciente en la misa, es verdad que conforme se fue acabando el partido de España en la Eurocopa.

En la calle se apreció una importante presencia de público esperando en el recorrido. Los bancos de la calle Larios estaban llenos de personas aguantando el calor hasta la llegada de un cortejo que transitaba un poco lento y deslabazado en algunos momentos.

El calor fue uno de los principales enemigos de la jornada de ayer, con muchos cofrades –que siguen siendo, junto al Apostolado de la Oración, los principales sustentos del Corpus– pasando el mal rato de llevar la chaqueta con el terral, aportando la dignidad que requiere la celebración.

Con este calor, de hecho, uno casi se olvida de que no había velas en el cortejo procesional. La decisión del Ayuntamiento de prohibir las velas para no manchar las calles y ahorrar en la limpieza, dio lugar a esta extraña imagen de un cortejo más corto de lo habitual y sin cirios alumbrando el camino. Sólo la hermandad Mediadora acudió con cirios en su representación, con un dispositivo para recoger la cera y que no cayera al suelo. No obstante, la ausencia de velas se hizo además más evidente conforme avanzó la tarde y se oscureció un poco más el día.

No todo fue malo, por supuesto.

Los altares que se montaron, aunque escasos, mostraron un cuidado exquisito en aportar un elemento diferenciador a la celebración de esta festividad. Volvió a llamar la atención el altar de la Sagrada Cena, montado en la calle Granada, frente a Méndez Núñez y con la colaboración de La Opinión de Málaga. El empaque creciente de este altar demuestra el interés de las cofradías por colaborar, en la medida de sus posibilidades, con la festividad. De hecho, asistir a la procesión de regreso de su sagrado titular a la iglesia de los Mártires, tras permanecer desde el sábado por la noche en el altar y terminar la procesión del Corpus, fue una de las grandes alegrías de la jornada.

El uso de romero, juncias y demás hierbas para alfombrar el recorrido también es una opción que hay que destacar este año. Un olor de esta hierba que enlaza con la tradición de alfombrar el paso de la carroza con el Santísimo en muchas ciudades españolas. Esperemos que se pueda mantener este alfombrado en años posteriores, si el Ayuntamiento de Málaga no tiene a bien prohibirlo.

El nuevo sistema de altavoces previsto para la procesión fue uno de los estrenos de la jornada. La pértiga con los dos altavoces cumplió su función, aunque no parece la solución definitiva. Hay que seguir pensando y hacerlo a lo grande. El Barroco lo requiere. El Cuerpo de Cristo se lo merece.