Jenna Lepomäki, la joven finesa de 18 años asesinada el verano pasado por dos compatriotas suyos en Mijas, vivió aterrorizada sus últimas horas hasta que finalmente fue apuñalada y estrangulada. Así lo ha dado a conocer el fiscal del caso, cuyo juicio comenzó hace unos días en el tribunal de Pirkanmaa, en la provincia finlandesa de Tampere, donde los dos acusados se enfrentan a una posible cadena perpetua.

Hasta ahora se sabía que el temor de Jenna se hizo oficial el 27 de julio del año pasado, cuando fue al cuartel de la Guardia Civil de Mijas a denunciar la agresión y las amenazas de sus anfitriones ante su negativa a transportar cocaína entre la Costa del Sol y su país. Ahora se sabe con certeza que el día antes de la denuncia su negativa provocó que los jóvenes, entonces de 19 y 20 años, la amenazaron con un cuchillo y un objeto contundente y que el miedo le llevó a llamar 13 veces a los servicios de emergencia para trasladar su incertidumbre sobre su futuro más inminente. Esas llamadas se llevaron a cabo en inglés y la comunicación resultó muy precaria.

Según reflejan lo medios finlandeses, la joven se armó de valor al día siguiente cuando acudió al cuartel para formalizar una denuncia que paradójicamente le llevó a la muerte. Y es que según el testimonio del presunto autor del crimen, Jenna volvió a la vivienda a medianoche y comenzaron a acosarla para que les dijera qué les había contado a los agentes.

Según la versión del joven, que aseguró que aquella noche estaba borracho, su estado de nervios aumentó cuando la chica se negó a dar detalles de su visita al cuartel, por lo que fue a la cocina a por un cuchillo con el que creía que podría conseguir más información. «La presión aumentó», dijo el más joven de los acusados, quien según los medios reconoció con gran frialdad haber apuñalado y estrangulado a la joven en el cuarto de baño.

Durante las primeras sesiones del juicio se supo que el presunto autor material del crimen y su amigo se acostaron tras el crimen y que no fue hasta el día siguiente cuando comenzaron a trabajar con los restos. Según se dijo en el juicio, ocultaron el cuerpo en la zona de la terraza y limpiaron el cuarto de baño a conciencia. Tanto, que cuando el padrastro del joven volvió de Finlandia le extrañó el gran desorden de la vivienda y la «excepcional limpieza» del baño. Dos días después del crimen, el día 1 de julio, con el cuerpo oculto en un saco de dormir, lo tiraron por la barandilla para después ocultarlo en una hojarasca a cien metros de la vivienda. Los efectos personales de Jenna y los elementos de limpieza fueron arrojados a un contenedor de basura. La investigación policial concluyó, además, que primero intentaron desmembrar el cuerpo y luego quemarlo, pero fracasaron en ambos casos.

Los acusados le escribían a Jenna SMS y en Facebook tras el crimen. Joona P. y Joel L., que ahora tienen 19 y 21 años, respectivamente, volaron el 5 de julio desde Málaga a Irlanda del Norte para esconderse y darle forma a su coartada ante posibles preguntas que les haría en el futuro la policía. Según los investigadores, allí acordaron decir que Jenna desapareció el día 3 de julio y que uno de ellos no recordaba las fechas con exactitud. Finalmente, la vuelta de ambos a Finlandia se produjo por separado a mediados de ese mismo mes.

Según las fuentes consultadas, tras el crimen, los dos jóvenes enviaron a la joven durante un tiempo mensajes de texto a través del teléfono móvil y a través de Facebook a sabiendas de que estaba muerta. Como ya publicara este periódico el año pasado, uno de los mensajes que uno de los acusados dejó en el muro de la chica fue en septiembre, el día en que ella debía cumplir 19 años y decía: «Felicidades donde quiera que estés». El cuerpo de Jenna fue encontrado por la policía el 6 de octubre.