El nombramiento de Salman bin Abdelaziz como príncipe heredero al trono de Arabia Saudí ha sido una gran noticia para España y para Marbella, pero no una sorpresa. Desde que se conociera la grave enfermedad del príncipe Nayef, que finalmente murió el pasado sábado en Ginebra de una enfermedad no precisada, Salman ya se perfilaba como el candidato favorito para convertirse en príncipe heredero. Salman es hermanastro del rey Abdalá y pertenece al tronco más ilustre de la familia del fundador del reino, Abdelaziz al Saud, que vivió entre 1880-1953.

Este grupo es conocido como los Siete Sediriyin y está compuesto por los siete hijos que tuvo Al Saud con una mujer de la familia Al Sediri. A nivel político, uno de los momentos más importantes de Salman se produjo el pasado mes de octubre, cuando fue designado titular de Defensa después de que su hermano mayor Nayef fuera nombrado heredero de la Corona tras ocupar esa misma cartera desde 1975.

Salman fue la persona elegida por el rey de Arabia Saudí para representar a la familia real saudí en el enlace matrimonial de don Felipe y doña Letizia. Hasta la muerte del rey Fahd en 2005, las relaciones entre las monarquías de España y Arabia Saudí estuvieron marcadas por la estrecha amistad personal de don Juan Carlos con el monarca del país árabe, reflejada en múltiples encuentros entre los propios soberanos o sus familias tanto en Madrid y Riad como en Marbella.

De hecho, la última visita de Salman a Marbella se produjo el pasado verano. Llegó en julio acompañado de 400 princesas que fueron invitadas a la celebración de la boda de su nieta Sara Fahd Bin Salman. La fiesta prevista contabilizó a alrededor de 1.500 invitados y hoteles de renombre como el Puente Romano, Marbella Club y el Villapadierna tenían agotadas sus reservas.

Dicen que una de las costumbres de Salman es tomar churros en la plaza de los Naranjos de Marbella mientras su séquito da buena cuenta de las tiendas de lujo.