La segunda pista del aeropuerto de Málaga entra el martes en servicio, culminando la gran transformación de las instalaciones malagueñas que le permiten duplicar su capacidad y asegurar su viabilidad futura.

Unos 550 millones de euros han hecho falta para la construcción de la nueva pista, que ampliará la capacidad de operar aviones en Málaga, pasando de un máximo de 32 aeronaves cada hora a 70. De hecho, actualmente se alcanza el techo máximo en momentos puntuales de julio y agosto, que son los meses de mayor carga de trabajo en el aeropuerto.

La incorporación de la nueva pista permitirá que las operaciones se organicen con un mayor desahogo, al disponer de una doble configuración para los aterrizajes y los despegues, que se realizarán en pistas separadas y en función del viento.

Esta nueva infraestructura además asegura que el aeropuerto de Málaga tenga un amplio margen de crecimiento en operaciones y tránsito de pasajeros, ya que su capacidad máxima actual se sitúa en casi 30 millones de pasajeros, frente a los 12,8 millones que maneja en la actualidad.

La segunda pista pone el punto final al Plan Málaga, que ha supuesto la inversión de 1.600 millones de euros en la última década para la ampliación de las instalaciones aeronáuticas. La nueva terminal de pasajeros, aparcamientos, una nueva estación para el Cercanías, la duplicación de la vía de este servicio ferroviario y los nuevos accesos por carretera completan las mejoras que se han llevado a cabo en el aeródromo malagueño y que se completan el martes con la segunda pista.

Esta duplicación del campo de vuelo supone además un salto cualitativo importante, ya que las dimensiones son mayores que la pista actual. La longitud de la pista es de 2.750 metros, a los que habría que sumar otros 340 metros adicionales como ayuda a la carrera de despegue, que la habilita a recibir los aviones de mayor capacidad de última generación, como los Airbus A-380 y los Boeing 747-400, destinados a los vuelos transoceánicos de larga duración.

El ancho es de 45 metros, con siete metros adicionales en cada margen, ocupando 69 metros de superficie. En total, están asfaltados 213.000 metros cuadrados de superficie en un terreno cercano al cauce del Guadalhorce, lo que obligó a una importante obra de ingeniería para estabilizar y aplanar el terreno. Además, la anchura del cauce se redujo en 70 metros, lo que obligó a mejorar unos 800 metros para compensar la pérdida de capacidad de desagüe de ese tramo del río.

Junto a la pista principal, la obra también ha incluido una infraestructura de servicio como son cuatro calles de acceso y seis de salida a la pista y una calle de rodaje, paralela a la actual. También tiene capacidad para 27 aviones estacionados. La construcción de la segunda pista ha venido acompañada de una completa remodelación, modernización y mejora de la pista actual.

Retos de ingeniería para la nueva pista

Uno de los retos a lo que se tuvieron que enfrentar las empresas Sando y Acciona, encargadas de la construcción de la segunda pista, fue compatibilizar la construcción de esta infraestructura con el túnel que permite la llegada del Cercanías al aeropuerto.

La línea del Cercanías cruza bajo el trazado de la pista, para lo que se construyó un túnel de 4,1 kilómetros bajo el cauce del río Guadalhorce y la actual pista, utilizando un sistema mixto de muros pantalla y tuneladora, esta última para un tramo de 1,9 kilómetros bajo el río.

Esta actuación obligó a esperar a que se terminara el túnel para estabilizar el terreno completo que iba a ocupar la pista. Esto se realizó mediante el aporte de gran cantidad de terreno que también permitió nivelar la superficie y fijarla para aguantar la pista.

La construcción de la segunda pista ha tenido, también como consecuencia secundaria, el encauzamiento de un amplio tramo del río Guadalhorce, para mantener su capacidad de desagüe y evitar posibles inundaciones en el entorno. De hecho, la nueva pista ha ocupado parte de su cuenca, por lo que se ha tenido que compensar por otros tramos para que el cauce mantenga la misma capacidad que tenía tras la gran obra de encauzamiento de los años 90.