A sus ocho años, Logan Castilla ya es un personaje de libro y como en el libro, Málaga para jóvenes de todas las edades, no deja de hacer preguntas a su abuela, Corona Zamarro, una segoviana que llegó a Málaga en 1985 y que ha sido maestra de Primaria en el colegio Jábega. «¿Qué es lo que hay debajo?, ¿era para los gladiadores?», pregunta Logan.

Abuela y nieto están frente al Teatro Romano observando las pilas excavadas en piedra bajo la pirámide de cristal y Corona le explica que son pilas para hacer garum, la delicia gastronómica del Imperio Romano.

Desde que iba en el carrito, la abuela le ha ido explicando en largos paseos la historia de Málaga que ahora ha volcado en este libro de nueve capítulos en los que aparecen los monumentos, personajes, rincones y fiestas más importantes de la ciudad. «Pensé que era una buena idea, que tenía mucho material y me parecía una manera de conocer Málaga de forma sencilla», comenta la escritora, que tiene detrás ocho libros más.

Abuela y nieto pasean por el río Guadalmedina para recordar el perfil de la ciudad amurallada; visitan la Alcazaba y las Atarazanas, el lugar donde se fabricaban los barcos; pasean por el puente de los Alemanes, la huella de un terrible naufragio o admiran la fuente de Génova, con su leyenda pirata detrás. Historias y paseos en los que no falta una trama inventada: la perdida de Dado, un perro de Logan, que sirve de hilo narrativo.

Aunque muchos de los comentarios de los protagonistas son reales. Es el caso de una frase dicha hace años por el pequeño Logan al pie de la Alcazaba: «Le estaba explicando las defensas de la Alcazaba y cómo los soldados podían tirarles piedras y cosas a los enemigos y me preguntó si también les podían mear», recuerda sonriente la abuela.

Corona Zamarro ha realizado las fotos del libro, que acompaña muchas veces en páginas dobles con grabados y dibujos del mismo rincón de Málaga en el pasado. En este sentido, agradece la ayuda del dibujante e historiador Esteban Alcántara, que le ha proporcionado dibujos de las Atarazanas y la Alcazaba y recuerda la aventura de fotografiar, por ejemplo, una vista del Parque y la Alcazaba desde un barco atracado en el puerto, al que se subió o la vista de la Catedral y el Parque desde lo más alto del edificio de la Equitativa, en una zona a la que accedió por una escalera de grapas pegada a la pared.

El libro también está pensado para colegios y cuenta con unidades didácticas en las que alumnos del último ciclo de Primaria y de Secundaria aprenden historia de Málaga pero también a valorar el cariño y las enseñanzas de los abuelos o a aceptar a los inmigrantes, además de a conocer vocabulario nuevo, una iniciativa que la autora ha presentado al Ayuntamiento de Málaga. Y no falta un romance que Corona cantaba a su nieto de chico y que se ha convertido en parte de la trama del libro.

La historia de Málaga también puede ser pura literatura.