De niño, en los años 40, le gustaban los minerales y operaba lagartijas pero su vida cambió cuando descubrió unos huesos en el Ejido. El malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero había descubierto la Arqueología, una disciplina sin estudios oficiales en Andalucía y que él se encargaría de profesionalizar, aportándole el enfoque científico que superaba a la obsoleta Arqueología oficial.

Su primer maestro, Julio Martínez Santa-Olalla le lleva a Madrid y al poco tiempo, con sólo 18 ó 19 años, le deja al frente de 30 obreros en las excavaciones de la Carteia romana en San Roque.

Es en esa época, 1959, cuando funda el Grupo de Investigaciones Arqueológicas y Espeleológicas, formado por jóvenes malagueños, entusiastas de la Arqueología. El grupo de Espeleología es una novedad en España y muy pronto, en unos locales cedidos por la OJE, montarán un museo arqueológico que recibe la visita de expertos nacionales e internacionales.

Y es que los descubrimientos de primer orden se suceden, y así en diciembre de 1959, siguiendo su instinto, Juan Manuel Muñoz Gambero descubre el yacimiento ibero-púnico del Cerro de la Tortuga, junto a la residencia militar Castañón de Mena. «Había oído hablar de una cueva con muchos huesos. Entré en un bar de Teatinos y un hombre bastante mayor me dijo que en lo alto de aquel cerro había una cueva con huesos de dinosaurio. Cuando subí no había huesos sino cientos de pedazos de cerámica y me encontré un pedazo de hacha votiva de jaspe; llegué a mi casa todo forrado de cerámica y ya te puedes imaginar la bronca».

Otro de los hitos de su trayectoria fue su trabajo a partir de 1963 como director de excavaciones de una necrópolis maroytica en el Alto Egipto con la Misión Española en Egipto. «Tengo el honor de haber excavado 280 tumbas y de haber descubierto y excavado el poblado», cuenta. Su buena labor le valió un ofrecimiento de los israelíes para excavar la ciudad bíblica de Azor, pero lo rechazó. «No me arrepiento pero sí creo que me podía haber salvado la vida», confiesa.

Le llegó el turno de hacer el servicio militar y también ahí prestó un servicio impagable al patrimonio de Málaga: un teniente le mostró los artesonados del Convento de la Trinidad y le informó de que la inmobiliaria Sofico había comprado el cuartel al Ministerio de Defensa por 33 millones de pesetas y pensaba demolerlo. «Me voy a hablar directamente con el director del Museo de Málaga, don Manuel Casamar Pérez, que escribió al Ministerio de Educación, el ministro formó un follón y quedó paralizada la operación», recuerda.

Y en 1965 se produjo su descubrimiento más famoso. Un electricista le trajo un día una pieza que había encontrado en un cañaveral junto al Guadalhorce. Emocionado, Juan Manuel Muñoz Gambero se acercó con su chaqueta marrón «que me puse perdida», detalla. La factura del tinte valió la pena porque había descubierto el yacimiento fenicio del Cerro del Villar. Durante la excavación, por cierto, los jóvenes arqueólogos pudieron sentir la furia de los elementos y del Guadalhorce y comprender por qué sus primitivos pobladores lo terminaron abandonando.

El arqueólogo malagueño ha podido divulgar los descubrimientos del Cerro Villar durante casi todo este mes de julio en una exposición sobre el hallazgo en la sala de Cajamar de la Alameda Principal, patrocinada por la Fundación Málaga, Cervezas San Miguel y el Ayuntamiento. «Sin ellos no podría hacerse nada», subraya.

La muestra podrá verse en varios barrios de Málaga. Además, con los mismos patrocinadores hay previstos otros proyectos como una exposición sobre el Cerro de la Tortuga, otra sobre arte rupestre malagueño y una muestra que repasará los pueblos neolíticos en la provincia de Málaga, así como una exposición sobre el descubrimiento de la escritura en nuestra provincia.

Y un proyecto muy querido por este pionero de la Arqueología andaluza: la construcción de un barco fenicio en los astilleros Nereo de Pedregalejo, que recorrerá varios puertos del Mediterráneo. «Queremos que sea un vehículo de entendimiento, de paz y concordia entre los pueblos», destaca. De la construcción de este barco, que toma como modelo uno de los pecios encontrados en Mazarrón hablará en el IV congreso mundial sobre ciudades fenicias en Cádiz.

Con una hija también arqueóloga, el sueño de la infancia de este descubridor de nuestro pasado se ha hecho realidad y sigue deparándole grandes satisfacciones.