A Antonio Sánchez le habría dado un sofoco de haber conocido las muchas muestras de cariño a su persona y a su familia que este fin de semana se produjeron en Nueva Málaga, al conocer los vecinos su fallecimiento, incluida una llamada del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, a su familia, quien por motivos personales no pudo asistir a su entierro en Parcemasa, el pasado domingo.

Y qué decir de la iniciativa de muchos de los vecinos de Nueva Málaga de que un rincón del barrio tenga su nombre. Ya lo intentaron hace años, cuando se inauguró el Parque del Norte. Querían que esta nueva zona verde sobre el Arroyo del Cuarto estuviera dedicada a él, la verdadera alma del barrio desde hacía 30 años, pero Antonio siempre se negó a cualquier tipo de homenaje.

Lo cierto es que en su carné de identidad siempre estuvieron unidos la humildad y la vocación de servicio. Mucho tienen que ver en ello sus orígenes modestos y una temprana militancia comunista en la que nunca buscó protagonismos. Como él mismo contaba a este periódico en 2008, nació en Capuchinos en 1927, era hijo de un carrero que trabajaba en el puerto y se crió en un ambiente «pobre a más no poder», hasta el punto de que empezó a trabajar con ocho años en una carnicería. «Yo me enseñé a leer y a escribir, aunque un maestro de escuela me ayudaba porque en la carnicería me daban permiso», contaba.

Repartió garrafas de vino por las tabernas y merenderos de Málaga y encontró trabajo en la fábrica de la Coca Cola, en unos tiempos en los que «en Málaga, la Coca Cola no sabíamos ni pronunciarlo porque aquí tenía muy poca presencia, salvo en algunos hoteles, cuando llegaba de Valencia».

En 1954 se casa con Isabel, con la que tiene dos hijas, Fina y Maribel y al año siguiente ingresa en el PCE, una organización entonces clandestina en la que es conocido como Boris. En este partido, que nunca abandonará, forma una célula de propaganda, con reuniones clandestinas en los Montes de Málaga, reparto del periódico Mundo Obrero y mítines -por supuesto no autorizados- en la fábrica de Coca Cola.

Fue precisamente el PCE el que, ya en plena Transición, le aconseja comenzar en Málaga el movimiento vecinal. Antonio Sánchez es uno de los fundadores de la Federación de Asociaciones de Vecinos Unidad y fundador de la asociación de vecinos La Unidad, de Nueva Málaga, en la que permanecería como presidente 30 años. Su barrio, a mediados de los 70, era una zona en la que «ni los taxis entraban por el mal estado de las calles», recordaba en La Opinión en 2008. Su reto fue pelear ante las administraciones para dotarlo de infraestructuras, equipamientos y servicios y los primeros objetivos de la asociación fueron dar al barrio un colegio y lograr el embovedado del Arroyo del Cuarto.

Su modo de trabajar fue siempre el mismo: respeto y tesón ante los políticos, con independencia de sus ideas. De hecho, él mismo recordaba que, siendo comunista, tenía que admitir que de quien había logrado más cosas para el barrio era del popular Francisco de la Torre. Una de sus expresiones favoritas, «a piñón fijo», resumía su modo de trabajar sin descanso por Nueva Málaga.

Su tesón dio resultado y hoy Nueva Málaga es uno de los barrios mejor dotados de la ciudad. La exconcejala de Bailén-Miraflores Mercedes González, del PP, recordaba ayer la figura de Antonio subrayando que «ante todo, defendió el interés de su barriada y los ciudadanos al margen de las ideas».

La exconcejala resaltó que tiene del que fuera presidente vecinal de Nueva Málaga «un recuerdo fantástico, porque era un hombre muy dialogante y por encima de todo estaban los vecinos y la mejora de su barrio». En este sentido, llamó la atención sobre la lucha de Antonio por conseguir el Parque del Norte o el centro de salud. «Por eso era un hombre muy querido y respetado por todo el mundo».

Echando la vista atrás, en 2008 Antonio, que ya había abandonado la presidencia por enfermedad, admitía que veía «con satisfacción» cómo Nueva Málaga se había convertido «en uno de los barrios más equipados de la ciudad» con centro de salud, aparcamiento municipal, centro social y campo de fútbol, sin olvidar su gran lucha por cambiar el paisaje olvidado del Arroyo del Cuarto por un gran parque.

El año pasado, Antonio Sánchez sufrió un infarto cerebral que fue minando su salud. La actual presidenta de la asociación de vecinos, Elvira Quijano, que ha heredado el tesón de Antonio por mejorar el barrio, iba dando noticias de su estado a los amigos del mundo vecinal que le habían tratado. Fue ella quien el pasado fin de semana dio la noticia de su fallecimiento. La Federación Provincial Unidad, que Antonio ayudó a fundar, emitió un comunicado en el que transmitía el pesar por «la gran pérdida de nuestro amigo y compañero, dirigente histórico del Movimiento Vecinal de Málaga».

Y aunque a Antonio nunca le gustara la idea, ya se palpa en el barrio el deseo de que un rincón de Nueva Málaga lleve su nombre o se le recuerde de alguna manera. Fina, una de sus dos hijas, comentaba ayer a este periódico que precisamente por ser su hija no quería pedir algo así, aunque reconocía que a la familia le gustaría.

Antonio fue despedido el domingo en Parcemasa en una ceremonia laica en la que vecinos y amigos recordaron su entrega. Si alguien se merece una calle, un paseo o un busto en Nueva Málaga es este malagueño ejemplar.

Antonio Sánchez. Nacido en 1927 en el barrio de Capuchinos de la capital, falleció en su barrio de Nueva Málaga el pasado 6 de octubre a los 85 años.