Felipe Romera (Soria, 1954) llegó a Málaga en los años 70 para trabajar en Fujitsu, donde llegó a ser director del departamento de I+D. Desde hace 20 años dirige los destinos del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) de Campanillas. También es presidente de la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE). Romera afirma que el PTA es la gran obra de su vida y, bromeando, se muestra dispuesto a continuar al frente de la tecnópolis «hasta que me echen». Pero no le preocupa el futuro. «Vine ligero de equipaje y así sigo», afirma.

El PTA celebra su 20 aniversario ¿Qué balance hace?

Es toda una vida. Han sido buenos años en general. De hecho, ni siquiera la idea original que teníamos de parque es la que finalmente se ha hecho debido a las circunstancias. Al principio todo el mundo pensaba que el PTA iba a ser un parque para que vinieran las multinacionales. Al final han venido (tenemos 50), pero el parque es al 90% de los emprendedores locales. El PTA es uno de los lugares más innovadores de España y eso ha cambiado la cultura empresarial. Tenemos casi 600 empresas y cada año se crean unas 100 nuevas. Todos los años aparecen empresas de gran crecimiento tipo AT4 Wireless, Aertec, Novasoft, Altra, Ingenia o Tedial, que conforman la imagen exterior del parque y compiten en los mercados globales. Pero es verdad que se mueren muchas, con crisis o sin ella, porque es algo que acompaña a un modelo innovador. El empresario que ofrece un producto o servicio nuevo corre un riesgo. Y eso no debe ser visto como un fracaso sino como el camino hacia el éxito, como ocurre en el Silicon Valley. En el PTA el fracaso no se penaliza. Eso es un atributo que ha servido para cambiar de cultura.

¿Ve normal entonces que haya tanta mortandad empresarial en el parque? Usted mismo ha dicho que por cada 100 que se crean se mueren 80. Incluso empresas señeras en su día como Vitelcom, que llegó a ser líder del PTA, desaparecieron sin más.

Bueno, si miramos la lista de primeras empresas del Silicon Valley vemos que cambian mucho con los años. Los Facebook o Twitter no existían anteayer y hoy cotizan en Bolsa. Aquí en el PTA hemos tenido y tenemos empresas como Hughes, Alcatel, Vitelcom o Isofotón que en un momento dado han sido las locomotoras y luego han tenido problemas o incluso han desaparecido. En el parque lo llamamos «la maldición del líder», casi como si fuera una leyenda urbana aunque tiene mucho de verdad. Vitelcom, por ejemplo, pasó de ser una pequeña empresa a facturar 300 millones de euros al año. Hoy no existe. Esto forma parte del sistema de innovación y tenemos que convivir con ello. Por supuesto que me preocupa que cualquier empresa grande o pequeña desaparezca, pero también digo que el parque funcionará como un foco de innovación mientras se creen más empresas de las que se destruyen. No hacemos empresas para que duren 100 años. Ojala. Pero, al menos, de las ocho empresas que fundaron el PTA siete continúan vivas, y eso es un gran valor. Año a año, el parque crece.

Usted ha presumido de que la inversión en el PTA hasta la fecha -más de 750 millones de €- ha sido más de las empresas que del sector público, algo que en España siempre suele ser al revés.

Y es cierto. La inversión en el PTA es un 25% pública y un 75% privada. Eso significa que lo público sólo actúa como motor, como palanca. El parque es, en este sentido, caleidoscópico. Tenemos por un lado la fuerza de la Universidad a través organismos como la OTRI, los centros de investigación o los spin off. Además, más de la mitad del empleo del PTA es universitario. Por otro están los centros de I+D y tecnología como Citic, Habitec o Bionan. Y luego vienen los emprendedores y las multinacionales que se han instalado en el parque. Todo esta suma ha generado un producto único en Málaga, incorporado a sus señas de identidad. El PTA es un producto muy local que rompe con todo lo que siempre ha ofrecido esta provincia: turismo y construcción: y una industria en declive. El PTA supone ya el 7% del PIB de la provincia y si añadimos la Universidad hablamos hasta del 12%, con un colectivo de más de 20.000 trabajadores de alta cualificación que están transformando Málaga.

Dígame, ¿le afectó la creación del parque de Cartuja en Sevilla tras la Expo de 1992? Algunos vieron en ello otro agravio.

A mí personalmente no, pero sí a los malagueños y lo comprendo. Fue un elemento de mucha tensión. La gente había ido a Sevilla y había visto el esplendor de la Expo. Cuando se supo que a Cartuja le daban incentivos fiscales hubo un sentimiento muy fuerte de insatisfacción porque allí estaba todo hecho y aquí teníamos un parque con sólo cuatro edificios a unos meses de la inauguración. Se organizó una mesa en defensa del PTA donde estaban los partidos, los sindicatos e instituciones como la Cámara de Comercio. También hubo una manifestación de protesta y un pleno muy tenso en el Ayuntamiento de Málaga. Todo se calmó tras la inauguración del PTA con la presencia de los Reyes. Fueron años difíciles porque empezaba la crisis (del 93 al 97), pero analizamos nuestro proyecto y vimos nuestras oportunidades.

¿Considera a Cartuja una competencia para el PTA?

Nunca. El PTA se aprovechó mucho desde el principio de las relaciones que manteníamos con empresas como Fujitsu. Ese modelo de innovación ha tardado mucho en adoptarse en Cartuja. En ese sentido llevamos mucha delantera. El otro modelo fundamental es el de las multinacionales, que siempre han preferido venir a Málaga antes que a Sevilla, igual por el aeropuerto internacional o por la Costa del Sol. Nunca he visto en estos 20 años que Cartuja fuera una competencia importante para el PTA, al menos desde el punto de vista empresarial. Sí tiene quizá más infraestructura pública. Pero en el fondo nunca he visto todo esto como un agravio, al revés, creo que para Andalucía la fuerza es la suma de todos sus parques tecnológicos. Se trata de hacer un nuevo modelo. Si se tratara sólo de atraer a multinacionales, que también, sí seríamos competencia, pero los parques hay que entenderlos más como un polo de desarrollo local.

Los accesos al PTA se han quedado pequeños. Usted reclama la llegada del metro o, en segunda instancia, del Cercanías.

En estos momentos no estamos mal. La hiperronda ha dejado al PTA excelentemente comunicado, a 10 minutos de Torremolinos, a 20 de Antequera o El Palo y a 30 de Marbella. Y tenemos 10.000 aparcamientos en el parque, de los que muchos están aún libres, aunque no estén al lado de la empresa de cada trabajador. El problema es que dentro de 20 años seremos 50.000 trabajadores en el PTA. Ya con 25.000 el parque estará colapsado. Por eso soy tan beligerante con las instituciones, para que entiendan que este parque necesita un transporte de masas. Toda esa gente no podrá venir en coche. Y yo sé lo que tardan en hacerse las infraestructuras (hace 20 años le pedimos a la Junta que hiciera el acceso norte el Aeropuerto y todavía no se ha hecho). No pido que se construya nada ahora pero sí que se proyecte, que se dibuje, para poder tenerlo dentro de 10 años. Veo buena disposición pero hace falta llegar a un convencimiento para trazar un plan.

¿Cómo es la convivencia con el Club Málaga Valley?

Buena. El club es un excelente marketing de ciudad y debe ser un elemento importante para la llegada de inversiones. Todavía no han llegado, pero tendrán que llegar, no tengo duda. No pido resultados a corto plazo, sé cómo se está trabajando. Y quiero decir que no existen elementos de tensión. No roba protagonismo al parque sino que le da visibilidad nacional e internacional.